Los desplantes del Govern de Mallorca (conocido popularmente por Govern de les Illes Balears) con Ibiza son ya una tónica general. La presencia residual de una ibicenca en el Govern parece no constituir el menor obstáculo para que Francina Armengol base su gestión en el ninguneo hacia nuestra isla. Parece que a la socialista mallorquina todavía le escuece la victoria de Vicent Marí en las pasadas elecciones locales y ha decidido fustigar al Consell d’Eivissa, retratando incluso a sus compañeros socialistas ibicencos, cuya voz marchita sólo se escucha cuando se trata de alabar a su todopoderosa lideresa. Pilar Costa y Pep Agustinet deben ser unos clientes extraordinarios de las farmacias, dado que en ellas seguro que adquieren grandes dosis de pomada antiinflamatoria para frotarse las lumbares ante el dolor que debe causar inclinarse y rendirle tanta pleitesía a su soberana.

El Consell d’Eivissa presentó un paquete de 45 medidas consensuado con la oposición y con los sectores implicados para hacer frente a los efectos económicos provocados por el COVID-19. Tanta fue su suerte, que la presidenta que brama por el federalismo interior sólo aceptó dos de las medidas, en un claro ejemplo de despotismo al que ya nos hemos acostumbrado. Ante esta situación el PSOE de Ibiza dio un golpe sobre la mesa y se enfrentó… NO. Continuaron con su habitual servilismo y aplaudieron el decreto mallorquín que ignora las peticiones que ellos mismos habían pactado para Ibiza. Debe ser difícil ser el secretario general de los socialistas ibicencos y tenerse que tragar el menosprecio que destila este Govern Balear hacia la isla, pero más difícil aún debe ser incluso tener el cuajo de aplaudir sin rechistar. Deberían replantearse su servidumbre y recordar para quien trabajan.