Así que gracias por estar, por tu amistad y tu compañía. Eres lo mejor que me ha dado la vida. Todo te lo voy a dar por tu calidad, por tu alegría. Me ayudaste a remontar, a superarme...» Las últimas estrofas que nos dejó Pau Donés eran un gracias con mayúsculas. Sabía que la vida se le esfumaba, que se le escurría entre los dedos como las cuerdas de su guitarra, pero todavía tenía ánimo para un canto a la vida, a la amistad. Con su alma siempre en Formentera, tuvo tiempo y fuerzas para dejar una canción de agradecimiento al personal sanitario que lucha en primera línea contra el coronavirus: ‘Los ángeles visten de blanco’. En plena pandemia del Covid-19, Pau seguía su particular batalla contra la gran pandemia: el maldito cáncer, la enfermedad que golpea a todas las familias, el bicho que no te deja disfrutar de unos nietos, hijos o hermanos. La maldita enfermedad que no conoce de sentimientos, ni de desescaladas o nueva normalidad, ni de una última tregua para sentir las cristalinas aguas del Mediterráneo. Pero Pau era diferente. Encaró la enfermedad y durante cinco años quiso lanzar un mensaje de optimismo, positividad y vitalidad.

A principios de año los médicos le habían comunicado que la situación era irreversible, que iba a morir, y él apostó por grabar un último disco: ‘Tragas o escupes’. Contra el cáncer, Jarabe de Palo, o como el cantaba, depende. «Que aquí estamos de presta’o, que el cielo esta nubla’o, que uno nace y luego muere y este cuento se ha acaba’o...Depende, ¿de qué depende? De según como se mire, todo depende... Depende ¿de qué depende? De según como se mire, todo depende». Pau nos dejó con 50+3 palos y un mensaje a la Flaca, familia y amigos: Por todo lo que me dais, os estaré siempre agradecido. Descansa en Pau.