Estamos celebrando la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. Nos centramos en la adoración de la Eucaristía en la que Cristo está presente verdadera, real y sustancialmente. La Santísima Eucaristía es Misterio de Fe.

Hoy y siempre hemos de hacer presente nuestra fe, nuestra gratitud y nuestro amor a Jesús Sacramentado. Jesucristo en la Eucaristía es ‘Dios con nosotros’. Nuestro Salvador, en la última Cena, la noche en que fue entregado, instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y de su sangre para perpetuar por los siglos, su vuelta, el sacrificio de la cruz y confiar a su Esposa amada, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección. El memorial no es solo un recuerdo, sino una maravillosa realidad. La Eucaristía es sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de amor, banquete pascual en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria futura.
La riqueza inagotable de este sacramento se expresa mediante los distintos nombres que se le da. Cada uno de estos nombres evoca alguno de sus aspectos. Se le llama: Eucaristía, Banquete del Señor, Fracción de pan, asamblea eucarística, Memorial de la pasión y resurrección del Señor, Santo Sacrificio, Santa y divina liturgia, Comunión, Santa Misa (del Catecismo de la I.C. núm. 1323 y 1328 al 1332).

La Santísima Eucaristía comprende dos grandes momentos que forman una unidad básica: la liturgia de la Palabra y la liturgia eucarística, constituyendo un solo acto de culto. ¡Venid adoradores! Adoremos a Cristo, el Señor que nos espera y nos recibe a todos en el Santísimo Sacramento del Altar. Al entrar en una iglesia, nuestra visita debe ser, en primer lugar, al sagrario, porque allí está el Señor como está en el Cielo. Por eso, antes de rezar ante una sagrada imagen, aunque sea del Señor, primero hemos de acercarnos al sagrario, donde permanece Cristo con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.

La Eucaristía es la renovación sacramental del Sacrificio de la Cruz. En el quinto misterio del santo rosario, los jueves, contemplamos la institución de la Eucaristía. El Señor Jesús quiso quedarse con nosotros el Jueves Santo y se quedó. Hoy y siempre hemos de hacer presente nuestra fe, nuestra gratitud y nuestro amor. No me canso de decir que nuestra fe en Jesús Sacramentado se hace realidad comulgando digna y devotamente, visitándole con frecuencia tanto si está sobre el altar, desde la consagración hasta la comunión, expuesto en la custodia u oculto en el Sagrario. Con la fe de los santos, deberíamos acercarnos al Sdo. Corazón de Jesús, estar en su presencia, amarle y hacer que le amen.