Antes incluso de lo que era previsible nos hemos encontrado todos sin estado de alarma y con mucha más libertad de la que habíamos dispuesto para todo estos últimos meses. Libertad de movimientos prácticamente total, posibilidad de volver a ver a nuestros familiares más queridos con la frecuencia acostumbrada, reunirnos de nuevo con amigos y, en general, ir retomando costumbres que habíamos tenido que aparcar para plantarle cara a la pandemia de cornavirus.

De golpe, hemos visto como la mayoría de las ordenes que regían las diversas fases de confinamiento dejaban de estar en vigor y se daba paso a la que se ha venido en denominar nueva normalidad. Por cierto que en algunos territorios se ha llegado a esta normalidad sin haber cumplido con el mínimo de días que inicialmente se habían fijado para cada fase de confinamiento, evidenciando unas prisas difíciles de comprender.

Todo ello no debería significar que, de repente, se nos olvide que el coronavirus no ha desaparecido de nuestras vidas, ya que siguen apareciendo nuevos afectados, sigue ingresando gente en los hospitales y siguen muriendo personas gravemente afectadas por el virus, aunque afortunadamente con cifras muy inferiores a las que se registraban semanas atrás. En cualquier caso, lo que debería quedar claro es que el virus no se ha ido y que sigue entre nosotros.

Al hilo de este panorama, no puedo evitar hacer referencia a dos cuestiones que son muestras muy claras de irresponsabilidad y egoísmo a partes iguales. La primera afecta a la juventud y no puede ser más que para que entiendan que sigue siendo necesaria su implicación en el proceso de recuperación actual. El fin del estado de alarma, no puede convertirse en el pistoletazo de salida para cometer todo tipo de barbaridades y aberraciones sociales. La mayoría de este sector juvenil podría ser asintomático o haber pasado por la afectación del virus prácticamente sin consecuencia alguna; lo que no significa que no se puedan convertir en grandes propagadores y contagiar a otros grupos de riesgo como, por ejemplo, nuestros mayores que sí se encuentran en una situación realmente vulnerable.

Ante todo hay que mostrar una actitud responsable y cívica; abandonar lo de pensar solo en uno mismo y darse cuenta que la pandemia también va con ellos. De no ser así, los meses de confinamiento no habrán servido para nada y todos sin excepción podríamos vernos obligados a volver a la casilla de salida en la lucha contra el covid-19.
La otra cuestión es el comportamiento que vienen mostrando algunos partidos políticos. Dejaremos a un lado a la extrema derecha por ser un caso perdido en democracia y me referiré al que se viene comportando como un socio preferente de Vox, el Partido Popular. La única luz que alumbra al PP es aquella que trata de deslumbrar a los miembros del Gobierno del Estado, intentando sacarles de la Moncloa. Para ello, no tienen el más mínimo escrúpulo en decir y exigir una cosa hoy y todo lo contrario mañana.

Después de la patética utilización de las víctimas de la pandemia y de la manifestación del 8-M en Madrid, ahora toca el turno a las medidas extraordinarias que se aplican en el aeropuerto de Barajas. Eso sí, al PP parece solo importarle el aeropuerto de Madrid, el resto parece como si no existiera para el partido conservador. Tanto la presidenta de la comunidad de Madrid como el alcalde de la capital de España y juntamente al señor Casado no se cansan de reclamar un plan especial para Barajas.

Ello no deja de ser absurdo ya que si bien es cierto que ese es el de mayor tráfico internacional del país, no es menos cierto que no es el único aeropuerto con vuelos directos procedentes del extranjero. Por lo tanto, lo que hace falta es un plan global de control y seguimiento de nuestros visitantes.

Resulta también curioso que los mismos que hace cuatro días se quejaban amargamente de las medidas que se aplicaban desde el gobierno central, reclamando mayor libertad para todo, sean los mismos que ahora reclaman todo tipo de medidas restrictivas. Primero había que reabrir rápidamente todo porque lo primero era la economía. Ahora hay que tomar todo tipo de medidas restrictivas, medidas que por cierto no se toman en ningún aeropuerto de Europa.

Pongámonos todos de una vez a trabajar por la sociedad y seamos menos egoístas.