Juan Mestre. | Toni Escobar

Antes de que estallase la crisis sanitaria y se decretase el estado de alarma en España todos los que decíamos que el tema del coronavirus iba en serio éramos acusados de asustar a la población, de ser unos sensacionalistas, y de alarmar sin ningún motivo. Era una simple gripe, decían. En el norte de Italia estaban todos confinados, pero aquí seguíamos con manifestaciones, mítines y partidos de fútbol, todo muy español. Pero resulta difícil de olvidar que también nos decían todos los días que “las mascarillas no sirven para nada”. Algún experto incluso decía que las mascarillas incluso facilitaban el contagio. Y así fue cómo durante semanas todos íbamos al súper sin ningún tipo de protección, excepto el gel y los guantes de plástico. Hay que decir que resultaba imposible encontrar mascarillas en las farmacias. Y a todos los que criticaban las medidas sanitarias del Gobierno, entre ellas que no fuesen obligatorias las mascarillas, les llamaban “capitanes a posteriori”, que es lo mismo que decir que todos callados, que a nadie se le ocurra protestar y criticar nada de lo que hacía el Gobierno. Desde este lunes las mascarillas son obligatorias en Baleares y en otras comunidades autónomas, pero hace tan solo tres semanas, recuerden, nosotros éramos un destino turístico seguro, donde los turistas podían venir porque aquí, a diferencia de otros países, la situación era buenísima, casi sin contagios, y podrían ir a sus hoteles, playas y restaurantes con todas las garantías sanitarias. Me gustaría sabe cómo los turoperadores intentan ahora convencer a los turistas que deben ir con la mascarilla casi las 24 horas del día si quieren pasar sus vacaciones en Baleares. No sé si las mascarillas son útiles o no, si evitarán contagios o no, pero lo que está claro es que en esta crisis sanitaria se ha improvisado demasiado, además de actuar con lentitud. Todo tan español...