Pedro Sánchez ha decidido sacar su faceta más autoritaria y ha anunciado el mayor ataque a la autonomía local de la democracia. La ministra Montero ha enviado una propuesta a la Federación Española de Municipios y Provincias que consiste en expropiar forzosamente sus arcas y camuflarlo con eufemismos tales como «préstamo voluntario de remanentes económicos». Aquellos ayuntamientos que hubieran hecho un esfuerzo en la contención del gasto y hubieran ahorrado para menguar su deuda verán ahora truncado su esfuerzo por el espíritu antimunicipalista del ejecutivo socialista. La propuesta es tan insultante que ni sus propios adláteres parecen dispuestos asumirla. Sánchez es infalible: se apodera del dinero acumulado por las entidades locales para írselo devolviendo a conveniencia en cómodos plazos hasta dentro de 12 años. Un plan sin fisuras. Con ello consigue financiarse gracias al ahorro de otros y convierte a los ayuntamientos en sucursales bancarias de las que sisar a placer. Pero si hay algo que consigue nuestro bello narciso es enmedar el argumentario socialista de los últimos años consistente en señalar las maléficas artes del extitular de hacienda Cristóbal Montoro. Los alcaldes socialistas deberán pasear por sus calles con la cabeza gacha y la boca pequeña. Criticaron hasta la extenuación una Ley de Estabilidad Presupuestaria que ahora les ha permitido ahorrar casi 10.000 millones de euros y ahora es su formación política la que capitanea el mayor hachazo fiscal conocido a los ejecutivos locales. Dejar mustio el erario municipal para hacer frente a las obligaciones económicas del Estado es hacer exactamente lo mismo que Robin Hood, pero al revés; una tropelía sin precedentes que dejará esquilmada a la administración más cercana y necesaria.