A día de hoy, la mayoría de las comunidades autónomas han aprobado, o están a punto de hacerlo, diversas medidas para tratar de sobrellevar de la mejor forma posible esta nueva normalidad. Nuestra comunidad autónoma es una de las que lo han hecho ya y ello ha provocado una cierta polémica. Estas medidas afectan a todos por igual: trabajadores, jubilados, residentes en las islas, turistas...Absolutamente a todos.

De todas las medidas que recientemente han sido aprobadas para tratar de pasar la temporada de verano atípica de este 2020 de la mejor manera posible sin duda la mas polémica es el uso obligatorio de la mascarilla. En todas partes hay detractores y partidarios de la propuesta y en nuestras islas por supuesto también.

La Cámara de Comercio de Ibiza y Formentera se ha mostrado abiertamente contraria a la imposición del uso de la mascarilla. Y lo cierto es que en los argumentos que utilizan para mostrarse en contra hay bastante contradicción, dando la sensación ademas de poner en duda la efectividad de una propuesta que los técnicos sanitarios consideran indispensable en estos momentos.

La contradicción en clara ya que por un lado dicen que es necesario que desde las islas se transmita la imagen de destino turístico seguro y exigen al Govern que apruebe medidas efectivas de verdad, pero por otro lado critican abiertamente la decisión de la máxima institución balear de imponer el uso de la mascarilla a residentes y turistas. Parece incomprensible que a estas alturas del problema les cueste tanto a algunos entender que la mejor forma de evitar el posible contagio de persona a persona y, con ello, la aparición de posibles rebrotes es ponerle obstáculos al virus para que circule entre nosotros y, hoy por hoy y según los técnicos y especialistas sanitarios, los elementos más seguros y fiables son la mascarilla, la distancia interpersonal y la limpieza de manos.

Desde el punto de vista sanitario eso es lo más efectivo, por lo tanto no tiene ningún sentido y resulta francamente ridículo intentar demonizarlo. Está claro que hay que buscar la formula de compaginar la seguridad sanitaria y el turismo, pero para ello jamas debemos olvidar que la salud es lo prioritario. Si nos olvidamos de ello, corremos el riesgo de acabar de nuevo afectados por un confinamiento estricto y si ello ocurriera, adiós negocio.

También contradictorias resultan las declaraciones de algún hotelero, que se ha atrevido a decir de la propuesta en cuestión que es una locura. Creyéndose todo un experto sanitario se ha atrevido a afirmar con contundencia que, al aire libre y al sol, no hay riesgo. Con ello da por hecho que el peligro de transmisión del virus, se circunscribe a los espacios cerrados. En este caso o bien no se sabe lo que se dice o lo que es peor se miente a sabiendas y en lo único que realmente se piensa es en la rentabilidad del negocio propio.
Podemos estar de acuerdo en que la única opción para intentar salvar en parte esta temporada es la llegada de turistas, pero ello no puede significar que deba ponerse el negocio por delante de la salud de todos.

En algún momento se ha dicho que imponer el uso de la mascarilla también a los turistas suponía favorecer a otros puntos del Mediterráneo que son competencia de nuestras islas. Tal afirmación resulta un poco drástica cuando prácticamente todos nuestros competidores han aprobado la misma obligatoriedad.

Seamos realistas: si el negocio de esta temporada tiene alguna posibilidad de salvarse en parte solo será posible si no nos vemos obligados a cerrar de nuevo todos los negocios turísticos. Así que demostremos que podemos afrontar estos meses de verano y, con ello, estaremos poniendo los cimientos para la próxima temporada estival de 2021. No vale la pena anteponer el negocio a la salud si no queremos enterrar nuestro presente y nuestro futuro más inmediato.