Era previsible pero no estaba escrito. La política es el arte que convierte en posible aquello que no lo es y viceversa. Las elecciones gallegas y vascas dejan muchas lecturas tanto en clave autonómica como nacional, algunas de ellas indiscutibles.

PP

Alberto Núñez Feijóo consolidó el pasado domingo día 12 de julio su cuarta mayoría absoluta consecutiva, lo cual avala la estrategia que le llevó a no concurrir en las primarias que enfrentaron a Soraya Sáenz de Santa María y Pablo Casado. El Partido Popular transita desde la apretada victoria de Casado por el desierto de la oposición a la vez que yace extenuado en la falta de liderazgo político y rumbo ideológico. La dirección nacional de los populares decidió virar ante la amenaza de los vientos de la ultraderecha con la brillante idea de acercarse a sus postulados, endurecer el discurso y perder las formas. Resultado: cinco derrotas electorales en un año.

En contraposición, el gallego decidió apostar por la moderación, alejándose del radicalismo y el nacionalismo centralista y ganó; un ejemplo que se repite en Sant Joan con ‘Carraca’, en Ibiza con Vicent Marí o en Andalucía con Juanma Moreno. Durante esta campaña electoral hemos tenido que buscar con lupa las siglas del PP y a los líderes nacionales del partido, lo cual ha dado sus frutos con una apabullante mayoría absoluta. Su victoria es tan contundente que no sólo arrasa con 41 escaños, sino que deja el contador a cero de sus principales adversarios en el espectro ideológico de la derecha: VOX y Ciudadanos. Con ello, Feijóo adelanta el fin de la era Casado y obliga al partido a redefinirse, algo necesario si tienen la menor intención de volver a ser una formación con posibilidades de gobernar España.

La falta de experiencia de Casado, las insultantes formas enmoquetadas de Cayetana Álvarez de Toledo y la escasez de visión política de Teodoro García Egea han resultado ser una losa para la credibilidad del PP que sólo ha conseguido precipitarse por el barranco de la irrelevancia y el ridículo. Algunos hubieran ganado puntos para el PP si en lugar de usar mascarilla hubieran vestido un bonito bozal. De esta manera, el flamante presidente de la Xunta indica un nuevo rumbo que pasa necesariamente por la renovación y por la vuelta al sentido de Estado y la lealtad institucional que Casado dilapidó.

La victoria de Núñez Feijóo escuece tanto en Génova como la severa derrota de Carlos Iturgaiz en el País Vasco. Casado fulminó desde Madrid a Alfonso Alonso e impuso a dedo a un candidato que, pese a aliarse con Ciudadanos, ha obtenido un resultado paupérrimo que ahonda el agujero en el que reposará la tumba política de Don Pablo. Es tan pésima la estrategia que regala dos diputados a la formación naranja y uno a la ultraderecha.

PODEMOS
Pero siempre puede ser peor. Es el caso de PODEMOS, que sufre una debacle histórica que le deja sin representación en Galicia y con seis esperpénticos diputados en el País Vasco. En total, se quedan con 6 escaños de los 25 que tenían entre ambas comunidades, un resultado que consolida la caída libre de la formación morada. Todo apunta a que la formación de Iglesias podría quedar reducida a su ego y sus amantes. El Vicepresidente sin cartera se acerca con premura al estrecho espacio político que ocupaba la ya difunta Izquierda Unida.

PSOE
En las primeras elecciones post-COVID, Sánchez aguanta el tipo a pesar de perder 6.566 votos. La gestión de la crisis sanitaria no le pasa factura y consigue arañar un escaño en cada comunidad que le sirven de poco o nada. Constituyen unos resultados mediocres que saben a gloria si se comparan con los obtenidos por su socio de gobierno. En la Moncloa todavía se escuchan las carcajadas de un Presidente que temió al sorpasso y que ahora descansa con la certeza de que nadie le hará sombra por la izquierda a corto plazo. La única mala noticia para los socialistas es su incapacidad de capitalizar el derrumbe podemita.

Nacionalistas
El PNV se apunta otra victoria que requerirá del acuerdo con los socialistas, algo que poco les atemoriza. El de Urkullu es un partido que disfruta en un juego en el que nunca pierde. Sin salir del País Vasco, la noche que se cumplían 23 años del cobarde asesinato a Miguel Ángel Blanco supuso un duro avance de los que veneran a sus verdugos; ambas son una triste efeméride para la historia de la democracia. En la misma senda pero en tierras gallegas, el BNG avanza nada menos que 13 escaños, se eleva hasta la segunda fuerza política en Galicia y relega al PSOE a una amarga tercera plaza.

En definitiva, estas elecciones consolidan una tendencia que indica el fin próximo de Casado y convierten a Ciudadanos de un partido emergente a uno efervescente. Ganan las derechas, avanza el nacionalismo y el neocomunismo vuelve a su lugar natural: la residualidad. To be continued…