A partir del fin del estado de alarma en nuestro país, se levantaron la mayoría de las restricciones a las que todos estuvimos sujetos y se dio inicio a lo que vino a denominarse nueva normalidad.

Con ello se llego al punto que todos estábamos deseando; con ello volvía la libre movilidad en todo el territorio español, se recuperaban las cañas en las terrazas, volvían las reuniones familiares, reabrían la mayoría de los comercios y negocios que se vieron obligados a cerrar.

Sobre todo volvía la esperanza de recuperar en cierto modo algo parecido a una temporada turística, actividad fundamental en varias zonas de nuestro país, entre ellas nuestras islas.

A la vista del buen resultado que dio el confinamiento en su momento, se pudo comprobar que suspender todo tipo de actividades que supusieran reuniones multitudinarias y por lo tanto mantener una distancia interpersonal de seguridad. Fueron las mejores armas para ir reduciendo la expansión del virus causante de la pandemia.

Por todo ello, se hicieron una serie de recomendaciones a la sociedad en general y diversas normas que eran de obligado cumplimiento en los diversos locales públicos.

No respetar esas recomendaciones propuestas o vulnerar las normas, podía suponer dar pasos atrás, corriendo el riesgo de volver a meses no deseados y muy duros. Y por la tozudez y por el incivismo de determinados grupos y colectivos irresponsables, se esta en esa peligrosa senda que nos lleva directos al desastre.

Tratando de mantener esa nueva normalidad, se ha tenido que volver a la aprobación de decretos y normas imponiendo de nuevo criterios restrictivos en nuestro día a día.

Los rebrotes, que ya son más de cuatrocientos en nuestro país, van marcando el paso a los gobiernos de cada una de las autonomías y en función de ellos se van aprobando nuevas medidas en cada una de ellas.

Esas medidas, son de aplicación y afectan exclusivamente al territorio y población de cada comunidad autónoma. Ello supone que a día de hoy exista un galimatías de medidas, aplicándose cada una en un territorio distinto, pero que de forma indirecta acaba afectando a los intereses de todo el territorio de nuestro país.

Si el gobierno de Aragón aprueba una serie de medidas, estas afectan a los ciudadanos de esa comunidad mientras estén residiendo en la misma, pero no le impiden a nadie que de un día para otro se vaya de vacaciones a una comunidad autónoma distinta, por lo que no existe un control real de los posibles brotes, dificultando con ello el rastreo de los nuevos infectados.

Y ya no digamos de aquellos que son asintomáticos y sin saberlo están expandiendo el virus por todas partes.

Este es solo un ejemplo que confirma que el gobierno del Estado no puede ser un simple espectador en todo el proceso de la nueva normalidad; que en aras de una mayor eficiencia en el control de la pandemia y para garantizar la efectividad de todas y cada una de las medidas aplicables localmente y con el objetivo de garantizar una correcta recuperación, debe haber un mayor controlo supra autonómico.

Es absurdo que se impongan determinados controles en los aeropuertos a los vuelos internacionales y que no exista ninguno para los vuelos domésticos.

Ya se pueden aprobar puentes aéreos con diversos países, que si por no controlar lo que ocurre en casa, estos acaban en la papelera, a nadie debería extrañarle que nuestro turismo se pueda ir al traste, por decisiones como la adoptada por el gobierno ingles.

No ha servido de nada que la tasa de contagio de Baleares sea muy inferior a la del Reino Unido y que por tanto los ingleses tengan mas riesgo de infectarse en su propio país, que en nuestras islas.

Lo único que se ha tenido en cuenta en Londres es que en algunos territorios de España, el número de rebrotes y afectados aumenta de forma preocupante día a día y la escasa eficacia en su control real acaba afectando a nuestra comunidad autónoma donde de momento el riesgo viene siendo menor.

No estaría de más que se mejorara el control real y efectivo sobre todos los pasajeros que llegan a nuestras islas, quizás así desde fuera se viera con más tranquilidad la posibilidad de pasar unas vacaciones entre nosotros.