Rafa Ruiz y Pep Agustinet han protagonizado otro de sus ya habituales funestos espectáculos avergonzantes y bochornosos. El acuerdo de la FEMP con el Ministerio de Hacienda por el cual se birlan los ahorros a las entidades locales supone el mayor ataque a la autonomía local conocido hasta la fecha.

Aquello que la Ley Montoro obligó a ahorrar a los ayuntamientos ahora será expropiado por el Gobierno de la nación y, si Sánchez sigue su modelo de gestión, irá destinado a chiringuitos en los que colocar a las amantes de su socio o al presupuesto de los ministerios inútiles creados ad hoc para satisfacer a la formación morada.

Jamás un socialista podrá volver a hablar de municipalismo sin sonrojarse; cuando hablen de autonomía local deberán agachar la cabeza y sentir el peso de la vergüenza sobre su conciencia y sus espaldas.

Los dos alcaldes socialistas ibicencos primero fueron muy duros con el acuerdo y dejaron entrever un atisbo de dignidad que fue sepultado en cuestión de días. Ahora se limitan a acatar el dogma de Ferraz, a pesar de que ello supone vaciar las arcas que sus vecinos habían llenado con su esfuerzo fiscal.

No les da vergüenza priorizar los intereses de su bello narciso a los de sus conciudadanos, una muestra más de su escasa talla política.

Los ayuntamientos liderados por alcaldes que no son esclavos de la cobardía no deberían entregar sus remanentes y deberían anunciar su retirada inmediata de la FEMP, dado que, bajo el mando de Abel Caballero y el PSOE, ha demostrado ser una organización prescindible e incluso nociva para los intereses de los municipios.

No por comprarse una camisa más entallada, ni por hacer ver en twitter que trabajan van a librarse del escarnio que supone este acto de sumisión. El tiempo todo lo perdona, los electores no.