No será por falta de optimismo, pero es difícil ahora mismo ver un poco de luz sobre cómo se arreglará la actual situación sanitaria y económica, que van tan ligadas, y que amenazan con decidir el futuro de millones de personas para los próximos años. Con Sánchez de vacaciones, Iglesias noqueado por la supuesta corrupción de su partido, y los políticos autonómicos superados por los acontecimientos, solo queda esperar un milagro en forma de vacuna o que el virus se marche como ha llegado. Dice la OMS que incluso con vacuna el coronavirus puede estar entre nosotros unos dos años, lo que confirma que o asumimos de una vez por toda la actual situación o vamos directos al abismo.

Por una vez hay que decir que no todo es por culpa de los políticos tan incompetentes que nos ha tocado sufrir. De estos rebrotes solo somos responsables nosotros, de no llevar mascarilla, de no limpiarnos las manos con gel, de no cumplir la distancia recomendada, y sobre todo de llevar una vida social con más prevenciones. Si de lo que se trata es de cumplir una serie de normas para evitar los contagios, ¿tan difícil es cumplirlas durante un tiempo hasta que no haya más contagios y se recupere la normalidad? Porque cuando hablamos de normalidad nos referimos a hoteles abiertos, turistas en las playas, en los restaurantes, gastando dinero, y reactivando nuestra economía, que creíamos que era tan poderosa hasta que un virus la ha desmontado por completo. Lo único positivo de esta situación es que hemos dejado de escuchar y leer a aquellos que reclamaban el fin del turismo y que pedían sistemas económicos alternativos. Recuperar la normalidad también es que se abran los colegios, la gran prueba de fuego que habrá que superar en breve. Por todo esto es difícil ahora mismo ver la luz.