Este año no deja de sorprendernos. ¿Quién se podía imaginar que un virus iba a agitar nuestras vidas? Nadie. ¿Y quién podía afirmar que Messi abandonaría el Barça prácticamente por la puerta de atrás? Nadie.

Ni Nostradamus habría podido presagiar lo que en 2020 se está produciendo. Pandemia aparte, el mundo del deporte vive estos días la incertidumbre del futuro del, seguramente, mejor futbolista de la historia: Lionel Messi. Al delantero se le ha agotado la paciencia, consumida al carecer de un proyecto ganador e ilusionante en los últimos años, así como por los golpes sufridos en la Champions League.

Lo triste de esta historia es cómo van a acabar los días del ‘diez’ en Can Barça. Su último partido habrá sido el aún sonrojante 8-2 sufrido contra el Bayern en la Liga de Campeones. Que ese sea el último recuerdo que se vaya a tener del suramericano en las filas azulgrana es una pena. También lo es que se quede a las puertas del récord de Xavi como jugador que más partidos ha disputado con la camiseta barcelonista cuando una temporada más en la Ciudad Condal le habría permitido batir un nuevo registro. Y lo peor para los culés, aparte de que no haya ningún crack para relevarle, es que, finalmente, Messi no va a formar parte de la historia de los one club men, jugadores que desarrollaron su carrera profesional con una única camiseta.

Con todo, no dejan de ser mínimos detalles en una carrera repleta de éxitos y en la que ha destrozado todo tipo de registros durante tres lustros. Por eso, si siente la necesidad de marcharse, el Barça debe abrirle las puertas. Por mucho que duela y por mucha facture que vaya a pasar, es lo mínimo que se debe hacer por alguien que lo ha dado todo por el barcelonismo. A Leo sólo hay que darle gracias y hacerle la despedida que se merece.