La potestad otorgada por Cristo a Pedro y a los demás Apóstoles se transmite a sus legítimos sucesores: el Papa, y los Obispos. El poder de atar y desatar significa que la jerarquía de la Iglesia tiene la autoridad para mandar o prohibir lo que sea útil y provechoso para los cristianos. También nos dice Jesús que si dos o tres reunidos en su nombre se ponen de acuerdo para pedir algo conveniente, su Padre, que está en los Cielos se lo concederá: Cuando varios cristianos nos reunimos en nombre de Cristo para orar, Jesucristo está presente entre nosotros, el cual escucha complacido nuestra oración.

En los Hechos de los Apóstoles leemos que los discípulos perseveraban unánimes en la oración, con las mujeres y con María la Madre de Jesús. Esto es lo que la Iglesia ha vivido dese el principio: La liturgia del Jueves Santo canta: donde hay caridad y amor, allí está Dios. Nuestro Señor Jesucristo, está presente en la Asamblea, en la liturgia de la Palabra, en el sacerdote- especialmente en el momento de la consagración, y siempre nos espera en la Eucaristía, donde permanece de noche y de día con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad como está en el Cielo. La comunión sacramental es lo mejor que podemos realizar en la vida. Se recomienda la comunión espiritual y la visita al Santísimo Sacramento del Altar.

Hay prácticas de piedad que se han vivido siempre en las familias cristianas: la bendición de la mesa, el rezo del rosario en familia- a pesar de que no faltan en nuestros días, quienes atacan esa hermosa oración mariana.-; las oraciones personales al levantarse y al acostarse. Siempre se debe fomentar algún acto de piedad con sencillez y naturalidad, sin beaterías. Las Verdades de la Fe las creemos firmemente.

El gran Misterio de Fe es la Eucaristía. A tan augusto Sacramento lo adoramos de rodillas. Jesús: Dígnate aumentar nuestra fe en la Santísima Eucaristía. La fe, después de la vida, es el regalo más grande que Dios nos ha hecho. Creo, Señor, pero aumenta mi fe.