El ruedo ibérico tiene todo el derecho a dudar de sus miles de políticos, expresar libremente su opinión, protestar y manifestarse responsablemente. Creo que la gran mayoría estamos de acuerdo en eso todavía, pese al clima de terror y propaganda del miedo que se contagia por el planeta virus.

Ibiza se ha sumado a las protestas que aumentan en todo el mundo por la gestión de la pandemia. Los anuncios del Govern prendieron mecha al clamoroso rumor de que iban confinar nuevamente a Vila y Portmany. Hoy reculan y dicen que tan solo anunciaran medidas que podrán hacerse efectivas si el contagio aumenta imparablemente. Mañana nadie sabe qué demonios decidirán, pero con esto de recortar derechos y libertades hay que ir con mucho cuidado, pues los que mandan cogen el gusto dictatorial con preocupante rapidez.

La Merkel ya anunció al principio que se iba a contagiar casi todo el mundo y que habría grupos de riesgo que deberían extremar las precauciones. Hoy continúan las dudas sobre la fiabilidad de los test y los resultados de las autopsias, pero afortunadamente se sabe mejor cómo combatir al bicho.

Ante el aumento de contagios (han llegado los test), Pedro Sánchez echa la culpa al relajamiento estival de sus paisanos. El presi, como clásico animal político ibérico, jamás admite su responsabilidad. Pero lo que hemos comprobado durante el verano son las nulas medidas de seguridad a viajeros internacionales tras la tremendas exigencias a toda la población española, que ha vivido el confinamiento más duro fuera de China. ¿Quién se ha relajado entonces?

Ante tanto dislate gubernamental y comprensible cabreo ante la dictadura burrocrática de unos políticos que dan palos de ciego, las protestas seguirán aumentando. ¿Se contagiará la responsabilidad?