La aplicación Radar Covid, que estará operativa en todo el territorio nacional a mediados de septiembre, está en el punto de mira por aspectos que el Gobierno sigue sin aclarar. Esta app provoca muchas dudas sobre su eficacia y utilidad, a diferencia de las que utilizan otros países de la Unión Europea.

Buena parte de los investigadores involucrados en el análisis de esta pandemia afirman que es necesario que al menos dos tercios de la población instale la app en su smartphone, según recoge el diario The Washington Post. De lo contrario, añaden, no se conseguirá sondear con precisión la entrada del virus en la sociedad.

El problema está en que las aplicaciones de rastreo tienen una tasa de penetración muy inferior a la esperada. Según The Washington Post la app está presente solo en aproximadamente el 20% de los móviles de los ciudadanos, y para ser eficaz debería estar operativa en al menos el 66% de ellos. A ello se suma el reproche de la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) al no formar parte de esta herramienta.

Otro punto negativo es que el código fuente empleado en su creación no se ha puesto a disposición de los ciudadanos. Es necesaria su publicación con el objetivo de analizar sus elementos e identificar puntos a mejorar. Comparto la opinión de un grupo conformado por más de cien científicos españoles que también consideran positivo que se liberen los datos sobre el proceso de desarrollo de la herramienta y las medidas implementadas para garantizar el anonimato del usuario.

Aunque más importante que la privacidad es su efectividad. Por último, quiero apuntar que se tendría que haber desarrollado una aplicación conjunta en Europa. Se trata de un fracaso de la Unión Europea.