La cuerda social se tensa con este nuevo ensayo de confinamiento light. Las grotescas declaraciones políticas de los que mandan en el Govern Balear no ayudan, pues dejan ver un afán totalitario. Aunque parezca increíble, al principio dijeron que los turistas iban a quedar libres de las medidas. Así tendrían trato de favor sobre los isleños, como si estuviéramos en Cuba. Ante el mosqueo general el previsto apartheid ha sido suprimido.

De momento.

Hay que estar alerta, pues la tentación totalitarista está a la vuelta de la esquina. Es la vieja pugna entre libertad y seguridad, y la única forma de que se mantenga un equilibrio democrático y no despeñarnos en la pesadilla de Orwell es el buen funcionamiento de los canales de información y una absoluta transparencia.


Pero eso es precisamente lo que falla. El comité de expertos secreto resultó una maniobra de diversión para marear la perdiz, como las armas de distracción masiva. Los políticos fallan estrepitosamente en su comunicación, corrigiéndose a sí mismos o dando la callada por respuesta. Y ante el miedo que les acusen de negligentes tipo 8M, pues sobreactúan (lo cual frecuentemente es más peligroso).


El presi Sánchez echó la culpa de los rebrotes al relax de los españoles y no admite exámenes sobre su desastrosa gestión. Por lo visto está muy ocupado cargándose la Transición con una nueva memoria histórica. Cada uno tiene sus prioridades en plena crisis. Mientras tanto su embajador pandémico ha cogido el gusto a chupar cámara y se ha hecho celebrity.


La situación es trágica y desesperada, pero nada seria entre tanta charanga y pandereta de los políticos más incapaces de nuestra historia democrática.