Es más que evidente que el planteamiento que se hizo en su momento por parte de las administraciones, con la idea puesta en conseguir salvar la previsiblemente complicada temporada veraniega de 2020, ha resultado un fiasco. Por diversos motivos, todas las previsiones iniciales se fueron rápidamente al traste y se dio por liquidada la temporada mucho antes de lo que se había previsto.

No cabe duda que no se acertó de pleno sobre donde se debía actuar para conseguir aquello que parecía prioritario y que no era otra cosa que hacer de nuestras islas un destino turístico seguro. Desde el Govern se consiguió que se aprobara un plan piloto, que permitió recuperar antes que nadie la conectividad aérea con Alemania y con ello conseguir que fuéramos el primer territorio en recibir de nuevo a los esperados turistas. Para ello se establecieron todo tipo de medidas sanitarias en aquellos hoteles que se aventuraron a abrir, se decidió acertadamente mantener cerradas las discotecas y centros de ocio nocturno y socialmente se impusieron diversas normas de comportamiento para tratar de preservar la seguridad sanitaria.

Poner el foco de atención casi en exclusiva sobre la llegada de turistas extranjeros, restando importancia a lo que pudiera ocurrir con la población residente y con el levantamiento de todo tipo de restricciones en cuanto a la movilidad; sumado a un incesante incremento de rebrotes de nuevos afectados por el coronavirus, ha acabado teniendo como consecuencia la liquidación anticipada de la temporada 2020.

A la vista de los resultados, está claro que se no se ha conseguido lo que parecía era el gran objetivo, que nuestras islas fueran un territorio seguro que ofreciera las garantías sanitarias necesarias a todos nuestros visitantes. El turismo en Baleares ha finalizado mucho antes de lo previsto y no ha sido debido a focos de contagio en los hoteles o entre los turistas, lo que ha liquidado la temporada ha sido la imparable expansión de rebrotes y el constante incremento de nuevos afectados por el virus, que como se ha podido comprobar provienen básicamente de irregulares o ilegales concentraciones sociales.

A ver si de una vez por todas somos capaces de ver la realidad y se rectifica a tiempo. Es prioritario frenar ante todo la constante expansión del virus entre la población residente y para ello resulta imprescindible tener la capacidad de control sobre nuestros visitantes, no solo sobre los extranjeros, también sobre el turismo domestico.

Ser una comunidad autónoma formada por islas, tiene varios inconvenientes, entre ellos que la llegada o salida de las mismas solo se pueda hacer por vía aérea o marítima. Pero esta dificultad y en las circunstancias actuales, hay que transformarla en una ventaja, ya que por ello debe resultar mucho más fácil establecer un estricto control de todos nuestros visitantes. No se trata de prohibir la libre movilidad entre comunidades autónomas, pero sí se puede condicionar estableciendo algún tipo de control sanitario en origen o a la llegada a nuestros puertos y aeropuertos. Para ello podría ser valida la PCR, a día de hoy el sistema más fiable; o bien el nuevo test de antígenos, cuyo resultado se obtiene con mucha mayor rapidez y que según los expertos también ofrece un alto grado de fiabilidad.

Esta semana la presidenta Armengol ha anunciado que se está trabajando con Alemania y el Reino Unido para la recuperación del turismo. Esperemos que esta negociación sea de cara a la próxima temporada y que se aprovechen los meses hasta llegar a la misma, para tomar las medidas necesarias para contener primero y reducir a la mínima expresión después, la posibilidad de contagio entre nuestra sociedad.

Inviertan todo lo que sea preciso en nuestra sanidad, especialmente en atención primaria, en los rastreadores que sean necesarios y en la capacidad de control para que se cumplan a rajatabla todas y cada una de las medidas que se vayan aprobando para controlar de forma efectiva la pandemia.

Ya ha quedado demostrado que aprobar un plan piloto, ni firmar convenios con diversos países, no tiene ningún sentido si no se demuestra capacidad interna de control y de gestión de la pandemia.