Tras el estreno el viernes de ‘La cúpula’ y ‘La valla’, anoche llegó la madre de todas las batallas: ‘La isla de las tentaciones’, una de las múltiples variantes del ‘pan y toros’ o ‘pan y circo’, aunque cada vez hay menos pan.

Al igual que los programas o series ‘top’ (?), los confinamientos y restricciones se activan en prime time: a partir de las 22.00 horas. Como sucede en la televisión, los cerebros de la causa nos han ido lanzando mensajes (‘cebos’ en el lenguaje televisivo), pero siempre hay sorpresas que surgen de la improvisación/falta de control de esos mismos cerebros. En ‘La isla de las tentaciones’ la falta de materia gris cotiza al alza. En el caso de ‘las islas confinadas’, las «restricciones son decisiones técnicas», Patricia Gómez dixit. Una vez corregido el entuerto sobre si los turistas podían o no circular a su libre albedrío por los territorios confinados, el sábado nos despertamos con la sorpresa de que los ‘liberados’ no podríamos ir a comprar al Mercat Nou durante los próximos quince días. ¡Pero oiga, qué fuerte lo de Madrid!

Y es que el Govern balear ya cerró hace dos semanas varios barrios de Palma, un confinamiento quirúrgico que ha pasado con más pena que gloria en los medios nacionales.

A estas alturas tenemos claro que en Palma los territorios confinados responden a indicadores sanitarios mientras que en Madrid se hace por pura ideología y castigo a la clase trabajadora. Y cuando el closing afecta a buena parte de Vila, más dosis de Madrid y de Ayuso en el timeline de los responsables políticos que deberían estar más pendientes de los problemas de Vila, que no son pocos. Ibiza se ha colado en el top 30 de ciudades con más contagios y subiendo. Las restricciones pueden ser necesarias, pero la respuesta de los vecinos de l’Eixample también son comprensibles. Con más pedagogía y menos demagogia los gobernantes se ahorrarían las caceroladas, aquí y en Madrid.