Durante el mes de junio, el Govern de Armengol impulsó una gran campaña publicitaria, algo habitual desde que gobierna, para anunciarnos unos corredores seguros con el fin de poder traer turistas desde los mercados emisores. A este proyecto se sumaron algunas cadenas hoteleras y asociaciones de empresarios turísticos que siempre aplauden lo que hace el conseller de Turisme, Iago Negueruela.

Pues bien, llegó la temporada turística y de los corredores seguros, que no dejaban de ser operaciones aéreas normales entre países, se pasó al aislamiento total, cero vuelos con turistas y hoteles cerrados, un drama sin precedentes para estas islas y un fracaso rotundo para la publicidad institucional. Afortunadamente hay algunos destinos españoles que sí saben hacer su trabajo en materia turística y desde el 3 de octubre están recibiendo visitantes, que es lo que ocurre en Canarias gracias a la buena evolución de la pandemia en aquella región y al buen trabajo de su gobierno (presidido por un dirigente socialista, por cierto), que ha combinado propaganda positiva del destino con buenas negociaciones con gobiernos de mercados emisores y turoperadores para recuperar el turismo.

El ejemplo de Canarias debería servir para que nuestros políticos tomen nota con el objetivo de salvar la próxima temporada turística, abandonar la euforia que estalló en junio, olvidarnos de los actos propagandísticos y esperpentos como los vividos el pasado verano al estilo películas de Martínez Soria, y salgamos de este desastre. Si hay que cerrar barrios enteros para controlar el coronavirus, háganlo, pero eviten la demagogia y no vuelva a equivocarse. Estén más pendientes de solventar nuestros problemas y olviden la gestión de Ayuso en Madrid por cuestiones partidistas. Quizás así consigamos remontar y salvar la principal fuente económica que tenemos.