El otro día vi en Planeta Calleja que Fernando Simón alababa la gestión que estaba haciendo el Govern balear en la detección precoz de casos de coronavirus a través de la reorganización de Atención Primaria. Lo primero que me vino a la mente es que hace meses que no piso mi centro de salud para ver a mi médico de cabecera. Y no porque no lo necesite porque, por desgracia, quienes padecemos dolencias crónicas tenemos que tener un seguimiento médico cada cierto tiempo.

La reorganización de Atención Primaria se ha hecho en base a que buena parte de las consultas han pasado a ser telefónicas (hay atención presencial, pero no en todos los casos). Para quien a estas alturas tenga la suerte de no tener que haber pedido cita con su médico de cabecera que sepa que tiene que llamar a Cita Previa, a un teléfono que atienden desde Palma, para pedir que te atienda tu médico. Suelen decirte que te llamarán determinado día, pero no concretan la hora (el espectro es bastante amplio, de ocho de la mañana a ocho de la tarde). Llega, por fin, el día (a veces, incluso, una semana después de que pidieras la cita). Puede darse el caso de que no te enteres de la llamada o que no la puedas atender en ese momento. Te vuelven a llamar. Y consigues hablar con un médico que resulta que no es el tuyo; es un médico sustituto que accede a tu historial. Ve el resultado de las pruebas que te hicieron en marzo A.C . (Antes Covid) y te vuelve a mandar la misma prueba que te hicieron en noviembre «para ver cómo sigues».

Que pases mañana por el mostrador de tu centro de salud para recoger en papel la petición de la prueba para ir a Can Misses (¿para qué existe el mail?). Eso en el mejor de los casos porque puede darse la circunstancia de que no te llamen por la mañana ni tampoco por la tarde el día en que supuestamente te tenían que atender. Llamas a Cita Previa otra vez para reclamar qué ha pasado. Vuelves a pedir cita, que vuelve a ser telefónica. Otros tres o cuatro días más de espera. Y vuelta a empezar. Será un sistema eficiente para los gobernantes, pero para médicos y pacientes se me ocurren muchos otros adjetivos que no pienso reproducir. Desde aquí, mi más sincero aplauso a la paciencia de los profesionales sanitarios de Atención Primaria y sus pacientes.