Qué bien vivíamos en nuestra burbuja apuntando a Madrid. No faltaba día con ese tuit o comentario punzante clamando o haciendo chanza por los ‘desmanes’ de Ayuso, la ‘punchingball’ de la pandemia.

Madrid es el campo de batalla, el tablero estratégico de una lucha torticera en la que se antepone el rédito político a la salvaguarda de los ciudadanos. Un tira y afloja entre el Gobierno y la presidenta autonómica de Madrid que deja fuera de foco los muchísimos problemas del resto del país. Y de repente, ¡pam! De la noche a la mañana nos despertamos con la ciudad de Ibiza en el top 15 de ciudades con mayor índice de incidencia del coronavirus.

Las primeras medidas en medio de la confusión y la sorpresa: restricciones en gran parte de Ibiza y Sant Antoni. Las críticas a los confinamientos quirúrgicos en Madrid se tornaron en llamamientos a la responsabilidad en el caso de Vila. La viga siempre en el ojo ajeno. 15 días después, las medidas restrictivas se levantaron en la villa de Portmany y se amplían a todo el término municipal de Ibiza. Después de dos semanas de protestas en Mercat Nou, Francina Armengol aterrizaba en la isla para informar del nuevo escenario y retratarse junto al alcalde Rafa Ruiz en algunos negocios de l’Eixample. Fotografías al margen, los casos se han reducido en los últimos días, una tendencia que también se aprecia en Madrid, pero los datos de la capital se siguen mirando con recelo.

Pero hay otros números de la pandemia que también son para temblar. La CAEB daba cuenta ayer de un panorama especialmente peliagudo en Ibiza y Formentera, una «recesión sin precedentes», según subrayaba la Confederación de Asociaciones Empresariales de Baleares. El paro creció un 143 % y la economía cayó más de un 40 % en el segundo trimestre de un 2020 para olvidar con los peores registros de las Islas Baleares. Y detrás de esos números hay personas con nombres y apellidos que se dan de bruces con servicios como el Soib derbordados. Menos fotos y más trabajar.