Algún alto cargo del Govern de Armengol comentaba en Palma en 2016, cuando el conseller Vicent Vidal acababa de ordenar la matanza de cabras en barcas y con escopetas, que el asunto no había sido bien valorado en la Conselleria de Medi Ambient por la reacción de los ibicencos y de la sociedad en general.

Recordemos que aquella primera matanza provocó una numerosa manifestación en Ibiza contra el Govern, y contra el Consell d’Eivissa por apoyarlo, y nunca se sabrá si fue uno de los motivos por los cuales hubo cambio de gobierno en 2019, pero seguro que ayudó. El gran objetivo de matar a las cabras a balazos para recuperar la flora autóctona no se cumplió porque dejaron vivas a varias parejas de mamíferos artiodáctilos en la isla, después de que Vidal, hoy senador, llamase caciques a los vedraners, que se habían ofrecido a retirar los animales de la isla sin necesidad de disparar con barcas desde el mar, con nocturnidad y alevosía, y parece ser que con escasa puntería.

La matanza del otro día es una confirmación del fracaso de hace cuatro años cuando los defensores de acabar a tiros con las cabras podían contarse con los dedos de una mano. Dicen que de los errores se aprende, pero no es el caso de los hoy responsables de la Conselleria de Més, dirigida por un partido sin representación en Ibiza y por políticos que reparten los carnets sobre lo divino y lo humano, lo ecológico y lo contaminante, sin posibilidad de negociar nada con ellos porque tienen la verdad absoluta, aunque los votos que consiguen no estén a la altura de su supuesta superioridad.

Lo peor es que no hacen ni el más mínimo esfuerzo para entender a todos aquellos ibicencos que piden otra forma de actuar en es Vedrá, que defienden la necesidad de proteger la flora autóctona, pero sin escopetas. En cuatro años han sido incapaces de entenderlo.