Las Islas Pitiusas son las Islas de los Pinos, árbol dedicado a la hermosa ninfa Pitys. La ninfa correspondía al lascivo dios Pan, pero fue despeñada por un ataque de celos de Bóreas, el frío viento del Norte. En su caída la ninfa fue metamorfoseada en pino y, desde entonces, Pan gusta de tocar la xeremia y dormir la siesta a su sombra melodiosa. Los amores divinos siempre encuentran la forma de continuar su relación más allá del velo de Tanit.

A mí también me gusta echar la siesta bajo los pinos y soñar con la rítmica ninfa. Por eso me indigna tanto incendio forestal provocado por mamones desalmados. ¡Y qué decir del último safari caprino en Es Vedrá! Pan rige sobre los rebaños y los bosques y debe estar peligrosamente cabreado tanto con los pirómanos como con los ecolojetas del Govern, reincidentes en una cruel matanza en plan furtivo. Los irresponsables burrócratas de medio ambiente pervierten el arte cinegético, desprecian la opinión ibicenca y las soluciones sensibles de los vedraners. No me extrañaría que, dada su estúpida crueldad y empecinamiento furtivo, los ecolojetas nada ecológicos sufrieran un ataque pánico.

Por cierto que el dios Pan comparte algunos rasgos alegremente lúbricos con nuestro querido dios Bes, el dios cachondo y danzante que da nombre a Ibiza. Eso y la gran cantidad de pinares pudo inspirar a los griegos a la hora de llamarlas Islas Pitiusas.

A la ninfa es fácil encontrarla entre manantiales, bosques y orillas esmeraldinas. Tiene predilección por los amantes de la naturaleza. Ojalá que ilumine a las veletas políticas y la bahía de San Antonio quede libre de ferrys.