Estúpidamente pretendieron condenarlo a estercolero social o ciudad dormitorio, pero como lo bueno siempre prevalece, hoy San Antonio de Portmany es la zona pitiusa con mejores perspectivas de crecimiento y mejora en su calidad de vida. ¡Ya tocaba! Su localización geográfica es privilegiada y tiene la oportunidad de reinventarse y volver a ser un destino de referencia turística más allá del hooligan.

Y cada vez más gente, nativa o forastera, cree y apuesta por su resurrección. Para ello hace falta valor y sentido común. La esplendorosa bahía es su gran baza ganadora. Actualmente tenemos un choque de intereses entre Ports IB y el pueblo por el tráfico de ferrys. Eso mismo pasó en Vila durante décadas, con una aberrante valla profiláctica que separaba el barrio de La Marina del mar. Lo solucionaron trasladando los ferrys gracias al dique de Botafoc, para gran alivio ciudadano y algunas quejas de los que gustaban ir caminando a embarcar en su transporte a la península. Las características de San Antonio son diferentes y una solución así no es posible. Por eso hay que elegir.

Y para que sus fabulosas posibilidades de mejora no se vayan a pique, creo fundamental que Portmany quede libre del tráfico de ferrys. Así también se pronuncian abiertamente pescadores, marinos, empresarios, hoteleros, Club Náutico, residentes y visitantes que no están solo de paso. Y todavía confío que el Ayuntamiento –su postura será decisiva— llegue a la misma conclusión y luche por ello. Lo contrario sería un naufragio político y una desilusión social. Las indudables mejoras en medio ambiente, espacio recreativo y seguridad, la revaloración estética, deportiva, lúdica, hedonista…sumarían un gran triunfo vital para la resurrección de San Antonio.