No hace mucho el presidente del Consell d’Eivissa, Vicent Marí, criticaba públicamente la actitud de unos altos funcionarios de la institución que ponían pegas a una campaña de promoción turística para salvar la temporada. Aunque no sea políticamente correcto, Marí dijo lo que muchos ciudadanos piensan desde hace tiempo.

Lamentablemente la administración no ha estado a la altura de las circunstancias durante la actual crisis sanitaria, y no ha dado respuesta a los problemas de los ciudadanos. Hablan de cientos de millones que llegarán de Europa, de fondos comunitarios, pero los empresarios ya no saben cómo afrontar la actual situación y los valientes que no cierran sus negocios saben perfectamente que si sobreviven será gracias a su esfuerzo, no por la ayuda de la administración. En el mejor de los casos habrán conseguido créditos ICO, que habrá que devolver en los próximos años. Aquí el Gobierno central se ha centrado en regar de millones a Air Europa, pero hay cientos de empresas que no correrán la misma suerte. Siempre he creído que una administración sobredimensionada no garantiza que haya buenos servicios públicos, y el tiempo parece darme la razón. Para más inri, el calendario en el pago de impuestos no ha sido modificado al mismo ritmo que cambiaba la vida de los españoles por el coronavirus.

Para ser exactos, los contribuyentes han pagado religiosamente los impuestos tal y como estaba previsto, según los plazos previstos, sin cambios. Luego nos intentarán blindar frente a los fake news, pedirán que no se haga política con la crisis sanitaria, nos harán creer que los dirigentes de Bildu son hermanas de la caridad, y algún diputado incluso dirá que el comunismo es magnífico, pero la realidad es que toda la gestión sanitaria, y la económica, está siendo un auténtico desastre.