Todo lo que publicamos en Internet permanecerá para siempre, y aunque tengamos derecho a eliminarlo, puede haber sido recopilado, almacenado y compartido por terceros. Por tanto, piensen dos veces las consecuencias antes de publicar algo en las redes sociales.

Un claro ejemplo de ello es el reciente caso de la estudiante de Enfermería con covid Elena Cañizares. Esta joven denunció a través de las redes sociales que sus compañeras de piso le habían empujado a que se marchase a casa de sus padres tras dar positivo en Covid-19.

Cañizares no se lo pensó dos veces y compartió en Twitter las capturas de pantalla de las conversaciones y los audios con sus compañeras de piso en un grupo de WhatsApp para denunciar los hechos. El hilo ya ha sido eliminado por parte de la denunciante, pero las compañeras de piso de Cañizares sufren desde ese momento acoso en redes sociales tras ser identificadas. Estos hechos han generado preguntas sobre los límites de compartir algo así en Internet. Cañizares puede que haya vulnerado la Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales. Lo cierto es que el material difundido a través de las redes sociales ha permitido identificar a las personas del grupo de WhatsApp. Cañizares debería haber pixelado los datos que identifican a las personas implicadas para no vulnerar la esfera privada.

Los datos de carácter personal difundidos en la conversación del grupo de WhatsApp han sido revelados sin que exista una habilitación legal para ello o haya interés público que ampare dicha filtración. En definitiva, antes de publicar algo, piénsatelo dos veces para que no te pase factura.