El flamante presidente de la Autoridad Portuaria ha dado un golpe sobre la mesa que favorece al Club Náutico Doce Millas convocando un concurso para la autorización temporal del Club por un máximo de tres años, a disgusto del Club Náutico de Ibiza.

Algún insensato celebró dicho concurso como una victoria asegurada para el club ibicenco, pero tan amarrado no lo deben tener cuando lo han recurrido. Es cierto que el CNI es un club con un enorme arraigo social en la isla y con una actividad deportiva envidiable, pero si quieren tener la menor opción contra el ejército de abogados del Estado y catedráticos de derecho administrativo que conforman Doce Millas, deberán limitar el uso de ese argumento de cara a la galería y prescindir de él en sede judicial, dado que carece del menor valor jurídico. Los tribunales anularon la autorización dada en un principio al CNI, lo cual hizo saltar todas las alarmas.

Doce Millas sumó un nuevo éxito al provocar la detención del expresidente de la APB y ahora el temor se cierne sobre el CNI, en tanto que un concurso no es tan fácil de obtener como una autorización temporal a dedo otorgada por una APB completamente afín. Armengol conoce los riesgos que entrañaría una eventual (e ilegal) autorización temporal y por eso colocó al doctor Antich, quien deberá aplicar fino bisturí en una compleja operación y no será una presa tan fácil de depredar por su enorme peso político. La Fiscalía General del Estado jamás se atreverá ahora a detener un socialista, por grave que fuera la ilegalidad que cometiera.

Ese fue el verdadero motivo de la detención de su predecesor: no tener el carné del capullo y la rosa. Pobre el concesionario que se crea propietario in aeternum del bien que se le cede de manera temporal.