Desde que tuvo lugar el estéril debate de la moción de censura que presento el partido de extrema derecha Vox, ya han quedado claras algunas incógnitas que se plantearon a raíz del mismo. La practica totalidad de los medios de comunicación, se hicieron eco de un radical cambio de discurso del presidente del PP, Pablo Casado, a la hora de referirse a Vox y sus políticas y si bien es cierto que la mayoría de ellos manifestaron su sorpresa por las criticas que Casado dedico al partido ultra conservador, no lo es menos que todos planteaban la duda de si este cambio suponía un nuevo rumbo en la ruta política del PP, o si no sería más que un simple espejismo.

Las semanas transcurridas desde aquel debate, han acabado demostrando que el Partido Popular no ha modificado ni un ápice su ruta prevista y que estaba escenificando antes de esa polémica y sorpresiva intervención en el Congreso de Diputados a raíz de la moción de censura. Nada a cambiado en la realidad, siguen Casado y los suyos haciendo política a rebufo de Vox y mantienen a toda costa los pactos que tienen con el partido de extrema derecha y que les está permitiendo gobernar en Madrid, Andalucía y Murcia. Nada ha cambiado y siguen lastrados en sus políticas por los argumentos de los extremistas, con la esperanza de que los votos que a día de hoy recoge Vox, vuelvan a la que siempre fue su casa, el Partido Popular.

La mejor prueba de que nada ha cambiado es que Casado y su partido, siguen avalando como ariete en contra del actual gobierno del Estado, a una política inepta e insustancial como es Isabel Diaz Ayuso. Y lo peor es que siguen poniendo como ejemplo de gestión, la que viene desarrollando el ejecutivo de la Comunidad de Madrid. Siguen los populares empeñados en utilizar la pandemia como arma en contra del gobierno de Sanchez y para ello no dudan en sumarse al catalogo de barbaridades y tonterías que se le ocurren a la presidenta de Madrid y que una tras otra va desgranando y poniendo en practica.

La última aberración conocida, es lo del denominado actualmente “hospital de emergencias”, antes “de pandemias” Enfermera Isabel Zendal. Supuesto hospital recientemente inaugurado, sin estar terminado, ni equipado y sin disponer del personal sanitario necesario para atenderlo debidamente. Una infraestructura que a día de hoy ya se ha tragado más de 100 millones de dinero público, mas del doble de presupuesto inicial y que no parece que vaya mucho más allá de ser una megalomanía o fantasía delirante de poder de Diaz Ayuso. Un hospital sin quirófanos y en el que los enfermos que necesiten alguna intervención quirúrgica deberán ser trasladados a otro hospital. Es algo tan absurdo, que solo puede ser entendido y avalado por mentes tan obtusas como la de la presidenta de Madrid.

Pero si las ridículas explicaciones ofrecidas por la presidenta para justificar la necesidad de esta polémica infraestructura no fueran suficientes, vale la pena recordar la miserable declaración del secretario general del PP, García Egea quien literalmente dijo “Pedro Sanchez no tiene entre sus prioridades salvar la vida de los españoles”. ¿Se puede ser mas rastrero y patético?

Si realmente su partido estuviera preocupado por la salud de los españoles, debería haber empezado por invertir esos mas de 100 millones de euros en mejorar la atención primaria en Madrid, en contratar más personal sanitario, más rastreadores, o en reabrir aquellas plantas de UCI cerradas en diversos hospitales de la Comunidad. Atender y equipar primero las instalaciones existentes, antes de lanzarse de cabeza a edificar nuevas construcciones megalómanas.

En realidad poco cabe esperar de un partido político que criminaliza al Gobierno por aprobar los presupuestos con el apoyo de Bildu y ERC y que por otro lado vota a favor y juntamente con Bildu enmiendas de la propia ERC. Esa es la realidad de lo que ha ocurrido esta semana en el Congreso y la muestra más clara de la hipocresía y falsedad de la que se alimenta el Partido Popular.

Un partido el Popular, cuyos afiliados y simpatizantes suelen acudir a protestas y concentraciones envueltos en la bandera española, cuando la bandera que realmente deberían enarbolar, es la de la mentira y la falsedad.