A la sorprendida y maliciosa pregunta de más de un conocido, incluso allegado, de: ¿por qué soy militante de VOX? (como si de repente me hubiese contagiado de lepra y encima, me jactase de ello insistiendo en ofrecerle un muñón sanguinolento a modo de saludo), la primera y contundente respuesta que me viene a la boca en esta dictadura distópica de lo políticamente correcto y de censura cada vez menos disimulada en las re-des, es un improperio profundamente hispano que alude a los testículos co-mo el origen de dicha filiación para así zanjar bruscamente cualquier posibili-dad de monólogo estéril.

Si bien es cierto que en política es menester el debate y el intercambio de ideas, poco fluido puede ser dicho diálogo si la persona que tienes enfrente ya da por probado que desayunas pensando en cómo maltratar a las mujeres, que cuando te cruzas con un extranjero ha-ces el saludo nazi, que luchas para que a los homosexuales y lesbianas se les apliquen electroshocks como terapia regresiva o que por las noches duermo con un morrión en la cabeza y una cruz de San Andrés colgando del bra-zo.

No, no es fácil asediar y vencer (¡o convencer!) esa fortaleza ideológica decimonónica con la mera baza de la palabra y el verbo, tan sólidos son sus muros hechos con la argamasa del ad-jetivo facha y su infinito universo de acepciones negativas, que uno sabe que la plaza solo puede ser tomada por el hambre y la ruina (hambre y ruina con la que tan generosamente nos vemos compensados los españo-les), ya que los cañones de los hechos consumados, las embestidas de un ejército de números y datos, y los pro-yectiles morales de las catapultas, po-co mella pueden hacer en construccio-nes tan sólidamente cimentadas en unas ideas políticas que, pese a que desde el siglo pasado llevan sumiendo a los desgraciados que las padecen en una realidad de alambre de espino, racionamiento, cortes de luz y derroche de ingenio para pirarse a las primeras de cambio al malvado país capitalista de al lado, siguen ejerciendo una enorme fascinación entre los que sueñan que es posible medrar con lo que otros han ganado y vivir de prestado toda la vida sin dar ni golpe.

Dado esto como irrefutable y sabedor de que para un amplio espectro de mis contrarios políticos no gozo de las simpatías que sí les brindan a filoetarras, menas, ocupas, separatistas empeñados en gestionar la fiscalidad de Madrid, manteros que viven de las falsificaciones, antisistema obsesionados en quemar contenedores y saquear tiendas de marca, inmigrantes que incumplen nuestras leyes, los quinientos nuevos consejeros y los once Ministerios en comparación al gobierno de Rajoy, El Pusilánime… en mi descargo y, a modo de explicación básica de un nivel comprensivo para párvulos, paso a esclarecer por qué soy militante de VOX.

◆ La principal, y ya se me antoja más que suficiente: No hay ni un solo partido que haya tenido el valor de romper la ormetá vergonzosa en torno al desastre económico que supone para el pueblo español el Estado de las Autonomías, ni uno solo. Una estructura mastodóntica de reyezuelos renegados e insolidarios con el vecino, enchufados mediocres, administraciones dobles, televisiones panfletarias, organismos y embajadas de amiguetes y que solo le es útil al que vive del cuento. El mayor engaño confabulado contra nuestro bienestar y el más costoso saqueo al que se nos ha sometido al conjunto de los españoles a lo largo de los últimos siglos. Rapiña que se visualiza perfectamente en las fortunas que manejan los trileros del invento en contraposición al futuro de deuda y ruina que les vamos a legar los demás a nuestros hijos y nietos.

◆ No hay otro partido que arremeta sin variar un ápice su discurso contra el peligro que supone la invasión islámica descontrolada. Basta con echarle un vistazo a ciudades o barrios europeos convertidos en auténticos guetos como; Malmo, Marsella, Molenbeek… para sacar conclusiones de lo que se nos viene encima con la llegada masiva de una emigración de difícil asimilación social y cultural.

Los terroristas del atentado de las Ramblas eran jóvenes nacidos en Cataluña, hablaban perfectamente el catalán y todos los beneficios sociales que el Estado les había brindado a ellos y sus familiares no fueron suficientes para aplacar su odio hacia Occidente. En Francia se han dado casos de terroristas de tercera generación.

◆ Es el único partido que aboga por la ilegalización de las formaciones independentistas que se nutren de los generosos recursos que les brinda el Estado y, para más inri, con la connivencia de partidos de ámbito nacional hasta el punto de condicionar el desarrollo de la vida política y social de los españoles con el único propósito de romper España.

◆ No entra en el juego del buenismo suicida imperante, ni está sometido a la dictadura moral de la izquierda que tiene atenazados al resto de los partidos de centro y derecha; señalan con el dedo los miles de chiringuitos ideológicos en torno al feminismo radical, el movimiento LGTBI, del Welcome Refugees, el Black Lives Matter, los lobbys de artistas del dedo y la ceja, las ONGs mafiosas al servicio del globalismo y, en definitiva, de tantísimo mercenario ideológico y parásito que vive de la subvención y el baboseo.

◆ Están en contra de las leyes ideológicas y discriminatorias de género; la maldad o el crimen no tienen género, ni color, ni raza. Es la gravedad del acto lo que debe condicionar su castigo. VOX es el partido con un discurso más contundente a la hora de castigar el delito; ya sabemos que jamás nos votarán los agresores sexuales, los delincuentes extranjeros multirreincidentes, los ocupas, los que quebrantan las leyes, los pederastas, las mafias de carteristas y mendigos… La calle ha de volver a ser un lugar seguro para los ciudadanos y un infierno para los delincuentes. ◆ VOX, frente a la embestida de las élites financieras carentes de patria o moral y los Soros de turno, defiende como valores irrenunciables; la familia, el patriotismo, las raíces judeo-cristiana de la Civilización Occidental, la libertad de educación, la inconmensurable grandeza de nuestra historia y cultura y reivindica con orgullo el inmenso legado de nuestro pasado que nos cohesiona como pueblo y nos erige en una de las naciones más relevantes a lo largo de los siglos.

En definitiva, por eso soy militante de VOX y porque los dos partidos hegemónicos ya nos han gobernado durante más de cuarenta años con su enquistada y mafiosa corruptela, sus baremos tercermundistas en: ayudas a la familia y natalidad (me refiero a la natalidad española), resultados educativos, paro, índices de corrupción, rapiña fiscal, inversión paupérrima en I+D, sobrerrepresentación de los reinos de taifas y el aterrador e inconcebible dato de la deuda exterior española. Bueno, hay cien razones más, pero no me caben en este artículo.