El miércoles el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, señaló en Herrera en COPE que en ningún momento se ha sentido desamparado por el Gobierno de Pedro Sánchez ante la situación que ha vivido la capital tras las nevadas de la borrasca Filomena.

Una declaración sorprendente en los tiempos que corren donde se usa cualquier tema para hacer campaña y cargar contra el adversario político sin pensar en el ciudadano de a pie, que al final, nos guste o no, es el que sufre día a día todo lo que se nos está viniendo encima. Estoy seguro que más de uno se quedó pasmado cuando oyó al alcalde y rebobinó varias veces el podcast para saber si Almeida había querido decir eso pensando que había gato encerrado.

Será porque estamos muy acostumbrados a que los políticos se estén siempre criticando con el y tú más. Y si no, que se lo digan a los socios del Gobierno, donde PSOE y Unidas Podemos están constantemente a la gresca. La última se dio entre la secretaria de estado para la Agenda 2030 del Gobierno, Ione Belarra, y la ministra Margarita Robles, por rechazar el PSOE la comisión de investigación al rey emérito. Afortunadamente, mientras a la primera se le soltó la lengua en Twitter con ganas de provocar, la segunda, con más clase y tablas, aplicó aquel refrán de «no hay mayor desprecio que no hacer aprecio», soltando un lapidario «No comento tuits. Si Belarra quiere trabajar, hablamos».

La estrategia le salió mal a la dirigente de Unidas Podemos porque alimentó ese mantra tantas veces repetido y cada vez más interiorizado entre la población de que los políticos no están para lo que tienen que estar. Lo contrario de Robles que, incluso, fue felicitada por el líder del PP, Pablo Casado, por su gestión al frente del Ministerio de Defensa en la crisis de Filomena. Es lo que tiene trabajar. O al menos, dar la imagen de ello.