En la vida se presentan ocasiones en las que no es fácil ponerse de acuerdo. Pero en muchos casos, el sentido común obliga a hacer un esfuerzo para alcanzar un consenso, especialmente en situaciones excepcionales. Si esto es posible en el seno de una familia, de una empresa o de una comunidad de vecinos, ¿cómo explicar a los ciudadanos que sus representantes públicos son incapaces de hacer lo mismo que hacen ellos ante una coyuntura extraordinaria?

Las cifras oficiales nos dejan en Baleares más de 500 víctimas mortales por la pandemia, unos servicios sanitarios saturados y a punto de colapsar, una caída del PIB cercana al 30%, 85.000 parados, 23.200 más que hace un año, más de 30.000 trabajadores en ERTE, una destrucción del tejido productivo y empresarial sin precedentes en nuestra tierra, miles de autónomos y pequeños empresarios en situación precaria y sin las coberturas necesarias para que no desaparezcan a corto plazo sus negocios, una temporada turística de 2021 en el aire… Es evidente que nos encontramos ante un escenario sanitario, económico y social insólito en décadas.

Nadie niega la dificultad de gobernar en unas circunstancias tan adversas. Por ello, la obligación de la oposición no se puede limitar a controlar al Govern y señalar sus errores, que los ha habido y graves, sino que debe aportar ideas con un talante constructivo.
El Partido Popular lleva meses presentando todo tipo de iniciativas parlamentarias, paquetes de medidas, planes y propuestas concretas para tratar de gestionar una crisis especialmente grave para nuestra comunidad por nuestra dependencia del turismo. Sirva como ejemplo el Plan de rescate autonómico para autónomos, pequeñas y medianas empresas y familias afectadas por la pandemia que presentamos el pasado mes de abril, en el proponíamos diferentes líneas de ayuda por un importe de 350M€ de euros.
Es lógico y comprensible que existan diferencias de enfoque en determinadas cuestiones a la hora de plantear salidas a esta crisis, pero ¿alguien puede entender que todas las propuestas que realiza el segundo partido más votado de Balears sean perjudiciales para los ciudadanos? ¿No hay ni una sola que merezca ser contemplada por el Govern?

En un momento tan crítico para miles de familias, no sé si la estrategia de aislamiento del Partido Popular que está practicando la presidenta Armengol le está saliendo bien. Desconozco si los sondeos que le pasan a la señora Armengol le dicen que va por el buen camino y que, rechazar cualquier idea que provenga del Partido Popular, le beneficia electoralmente. De lo que estoy seguro es que esa actitud está perjudicando a Balears, a sus trabajadores, a sus autónomos, a nuestros jóvenes, a nuestros mayores, al personal sanitario y a la sociedad en general.

Pactar con la oposición no puede significar informarnos de un supuesto plan de reactivación económico, que se ha demostrado un fracaso, el día antes de presentarlo a los medios de comunicación para que te adhieras a él. Apelar a la responsabilidad de todos en una situación complicada no es compatible con pasar el rodillo parlamentario y rechazar todas las enmiendas a unos presupuestos que el mismo Govern sabe que nacen muertos, porque son irreales. Buscar consensos de manera sincera pasa por tener claro que los adversarios políticos no tienen la razón en todo, pero tú tampoco.

Demasiadas personas comienzan a estar en una situación desesperada económica y socialmente. La imagen de improvisación a la hora de tomar medidas que transmite el Govern está generando una ola de indignación entre los ciudadanos más afectados por sus decisiones, que se ven obligados al cierre de sus negocios sin recibir ninguna ayuda.
Comenzamos a asistir a escenas preocupantes de crispación social que no auguran nada bueno. Quizá sea este un buen momento para abandonar la soberbia de quien cree estar en posesión de la verdad absoluta, de dejar atrás la cerrazón del gobernante que presume de diálogo pero no se sienta con nadie que no le dé la razón.

En una situación de tanta incertidumbre para miles de familias no es el momento de la arrogancia, sino de la humildad, del saber escuchar y reconocer que los que no piensan como tú también pueden aportar al bien común. La mano del Partido Popular sigue tendida. Más vale tarde que nunca, señora Armengol. Las encuestas no lo sé, pero Balears se lo agradecerá.