En esto del coronavirus, como en casi todo, en Formentera tenemos la sensación de ser los últimos de Filipinas. Ya nos pasó con las vacunas, siendo la última isla en la que se empezó a vacunar.

Y ahora nos pasa lo mismo con el cribado masivo y voluntario, que permitiría dibujar un mapa real de cual es la situación en este momento. El cribado de Ibiza ha dejado claro que alrededor de un 6% de la población está infectada (las estadísticas siempre son peligrosas) y hasta el momento en Sant Antoni, no llegan al 1%. Son datos muy importantes para saber a lo que nos enfrentamos en un territorio y en otro.

Formentera lleva pidiendo el cribado desde antes de fiestas, pero el Govern lo niega.
Se justifica en que «los responsables sanitarios no consideran todavía que un cribado sea necesario». Claro, claro, y sí lo es en Sant Joan, Sant Josep, Sant Antoni y Santa Eulària, pues sí que lo es, por supuesto, pero también en Formentera.

El viernes, la presidenta del Consell se mostraba comprensiva y solidaria «En Ibiza, la situación es mucho peor que en Formentera y debemos administrar los recursos sanitarios de forma responsable». Ésa es la clave: como están haciendo los cribados en Ibiza, no llegan a Formentera y lo de los «responsables sanitarios» suena a excusa.

Desconozco cuál es el operativo de un cribado de estas características, pero me da igual. ¿No se puede contratar a una empresa especializada? o bien disponer del personal sanitario mínimo y contar con voluntarios que, en el caso de Formentera, no faltarían. Son sólo un par de ideas de un indocumentado en cribados, pero lo que sí es cierto, es que si se quiere se puede y no se nos ocurre un momento mejor que éste, con el cierre perimetral y la isla en Nivel 4. El consuelo es que ya vendrán cuando acaben en Ibiza. Esperemos que no sea demasiado tarde.