No estoy robando, trataba de ocupar la casa». Así, sin sonrojarse. Puede parecer una broma -de muy mal gusto- pero no. Es la argumentación que la semana pasada dio un ladrón a la propietaria de la casa que estaba desvalijando en Vila. Y es que hasta los cacos saben qué delitos están más penados. Acabar en una habitación de Can Reixes está muy caro. En el ambiente ya planea una creciente sensación de impunidad.

El sujeto en cuestión fue cazado con varios efectos en las manos y a estas horas estará paseando por Ibiza. La misma suerte, libres para seguir pegando palos, los cuatro delincuentes que la Guardia Civil detuvo la semana pasada por una concatenación de hechos delictivos. Estos jetas se marcaron un completo. No tuvieron bastante con ocupar una vivienda y añadieron a su hoja de méritos el robo de vehículos, embarcaciones y muebles. Y un giro de tuerca más. Estos delincuentes obtuvieron una cantidad económica para abandonar la propiedad que habían ocupado y desvalijado. Las horas que estuvieron en los calabozos de Can Sifre fueron las únicas que han tenido de penitencia. Tras comparecer en sede judicial para responder por los delitos de usurpación, robo con fuerza y extorsión, los cuatro encausados salieron por la puerta delantera de los juzgados de sa Graduada. También abrieron la puerta grande los dos hermanos detenidos por una decena de asaltos a casas de campo de Ibiza. La presunción de inocencia no se discute, pero hay casos en los que la mayoría de paisanos no sabemos por dónde se coge el Código Penal.

Algo no funciona bien cuando día tras día nos almorzamos con la noticia de la puesta en libertad de delincuentes reincidentes para desespero de las víctimas y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Quizás sea hora de endurecer el Código Penal.