Armengol ha remodelado su equipo de gobierno en su peor momento: azotada por la virulencia de unos niveles de contagio demasiado altos, con los profesionales de la hostelería y la restauración agonizando, con unos datos de paro dramáticos, una situación hospitalaria caótica, su autoridad cuestionada por una vacunación corrupta y sin vislumbrar certidumbre de cara a la próxima temporada. Con estos antecedentes lo mejor que se le ha ocurrido a la de Inca es mover los peones para que hablemos de ello en el otro lado del tablero, sin destituir a su alfil de insalubridad pública: Patricia Gómez, quien se mueve en diagonal esquivando todo tipo de responsabilidad desde hace casi un año.

La cuota ibicenca sigue tan marginada como siempre: un conseller de doce. Agustinet abandona Sant Josep para lucir despacho en Palma, una plataforma para catapultarse como candidato al Parlament en 2023 y así esquivar el tener que enfrentarse a un Vicent Marí al que sabe que no puede ganar. Ese mal trago todo apunta a que lo asumirá un Rafa Ruiz ignoto más allá de los confines de Can Misses. Por su parte, una hastiada y desgastada Pilar Costa abandona la virulencia del ejecutivo para relajarse al frente de la portavocía del grupo parlamentario del gobierno, un premio de Armengol en forma de retiro dorado a su fiel escudera.

Mientrastanto, en el PP, Marí Boso repite como líder del partido con un apoyo unánime que certifica el triunfo de la sobriedad. De perfil conciliador y talento desaprovechado, el senador ha conseguido que su formación gobierne en la mayoría de instituciones de Ibiza (sin olvidar la amarga derrota en Vila), a pesar de la mala situación del partido a nivel nacional y autonómico, un hito que le legitima para seguir al frente de los populares ibicencos.