El mayor éxito de la remodelación del Govern de este pasado viernes es que consiguió eclipsar la protesta de los hoteleros a través de SOS Turismo.

Por lo demás, las personas que teóricamente deben dar un nuevo impulso a la legislatura no tienen un perfil político que permita ser optimistas ante los duros meses que vienen por delante. O están muy amortizados, como es el caso de Agustinet, o tienen un pasado político con más fracasos que éxitos, como ocurre con Mercedes Garrido, la sustituta de Pilar Costa.

De Miquel Company, el conseller que debe gestionar los fondos europeos, apenas se sabe algo y es simplemente un nombramiento para cubrir la cuota menorquina. Que el Govern iba por el mal camino hace tiempo que algunos lo íbamos advirtiendo, incluso antes de que saltase el escandaloso asunto del Hat Bar. Cuando decían que Armengol había gestionado bien la crisis olvidaban precisar que era el Ministerio de Sanidad el que marcaba las pautas con el estado de alarma.

A la hora de la verdad el Govern se ha mostrado inconsistente, no ha pulsado el malestar ciudadanos por la crisis económica, y la guinda ha sido el escándalo de los altos cargos socialistas vacunados pasando por delante de ancianos y médicos. Sin la sustitución de la consellera de Salud y del conseller de Turisme la remodelación se puede considerar fallida. Patricia Gómez hace tiempo que reclama un descanso y la Conselleria de Salud un impulso para el plan de vacunación que debe salvar la próxima temporada turística. Dejar en manos de Gómez el futuro económico de Balears causa vértigo. Iago Negueruela es otro de los consellers que tendría que haber caído.

Su figura ha sido sobrevalorada por sus propios compañeros y por la prensa afín, pero la realidad es que nos encontramos ante un político con nulos conocimientos turísticos y al que solo he ha preocupado acallar a patronales y sindicatos. Ha sido, por lo tanto, una remodelación fallida con el único objetivo de apuntalar a Armengol en el poder.