El líder de los socialistas ibicencos ha abandonado el Ayuntamiento de Sant Josep en una operación de cambio de cromos que desconocían hasta sus propios compañeros del Consistorio. Este hecho es bastante insólito y da cuenta de la premura y el secretismo con el que ha operado el fino bisturí del animal político más brillante y peligroso de Baleares: Francina Armengol.

Agustinet asume una cartera de enorme calado, en tanto que sus decisiones afectarán directamente a temas como las promociones de vivienda social, las conexiones aéreas, la gestión de Ports de Balears o el mismísimo urbanismo. En este sentido, el josepí tiene la oportunidad de enmendar los errores cometidos por Marc Pons. Para ello deberá ser más canario que balear y emular la estrategia del lejano archipiélago, para que Baleares deje de ser ese territorio al que esquilmar con paupérrimas contraprestaciones. Tiene la oportunidad de eliminar de una vez las prescindibles cédulas de habitabilidad que quitan el sueño a muchos ciudadanos, de mejorar una Ley de Urbanismo que no permite clasificar núcleos rurales como urbanos (entre otras estipulaciones sorprendentes como las que afectan a la no prescripción de la obligación de restituir la legalidad o la realidad física alterada) o de ampliar los parques de vivienda pública, particularmente necesarios en Ibiza.

Agustinet conoce sobradamente la administración y es una noticia positiva que un ibicenco ostente una cartera de calado en el Govern balear. Merece un voto de confianza y la concesión de un tiempo de gracia para ver si actúa con sentido común y criterio propio o se limita a transcribir decisiones predeterminadas de partido. Hasta ahora las Pitiusas no han pintado nada en las decisiones del Govern (ni con el PP ni con el PSOE).