Estos días el Pla de Corona luce en su máxima expresión. El manto de almendros en flor es una de las estampas més polides que se pueden saborear en el territorio de Es Amunts, uno de los encantadores rincones de los que podemos disfrutar a lo largo y ancho de la isla. Las hojas del calendario siguen cayendo y pronto hará un año del azote de una pandemia que llegó para cambiarnos la vida.

En Ibiza consumaremos el año en situación de semiconfinamiento. La incidencia ha bajado notablemente pero la cautela debe guiarnos en estos últimos pasos. Hace unos días Martin Makepeace nos dejaba un texto con cinco propuestas para hacer más llevadero este inesperado closing que nos ha tocado vivir. Una de ellas es aprovechar el tiempo para trastear en la cocina. A falta de gerrets, thais, japos o pizzas con el Cacauet Team, uno se entretiene experimentando nuevas apuestas culinarias. Nada como picar cebolla para olvidarse de todo. Los encuentros gastronómicos fuera de la burbuja ya llegarán y de momento nos conformamos con los briefing-desayunos con torrades y canelitas. El encierro también nos deja margen para tirar millas. Y las opciones son múltiples. Escapadas para coger bocanadas de aire puro y salud desde Cala Aubarca a Es Portitxol, de Cala Bassa a Figuera Borda pasando por la Torre d’en Rovira y Platges de Comte, de Cala Gració a Cala Salada o desde Talamanca a s’Estanyol.

Cocinar, caminar y hacer ejercicio. Otra propuesta es redecorar y arreglar la casa aunque no pase de los 40 metros cuadrados o disfrutar desde el balcón de una luna lunera sobre Dalt Vila con una copa de vino. Y aprender cosas nuevas: desde técnicas para enfundar el nórdico a descubrir el método hit a los 48 palos.

Nada de riesgo comparado con lo del amigo Salva, que se ha puesto a tocar el flabiol o trata de imitar las filigranas de su idolotrado Dembélé con Malena, Abril y Alejandro en el jardín, actividad de máximo riesgo para las plantas de Sara.