La formación morada exige en Ibiza lo que no da en Palma. Es notorio que los nervios están a flor de piel en una formación que surgió del 15M para «asaltar los cielos» y que ahora lo máximo a lo que puede aspirar es a reírle las gracias a Armengol para poderse sentar en la Junta de Gobierno, a pesar de tener carteras vacías de contenido. La ciudadanía ya les identifica como lo que son: una mera muleta populista del PSOE que se conforma con las migajas que éste le echa en el tiesto. Viviana de Sans ha dirigido sus demasiado habituales gritos contra el nuevo conseller de vivienda, Agustinet, para que frene el problema de la escasez de vivienda pública en nuestra isla.

No le falta razón, pero me pregunto si no es su formación la que forma parte del gobierno autonómico y nacional. Sus socios no los escuchan porque sólo alzan la voz en twitter, pero callan cuando se les pone delante su jefe de turno socialista. Se les estrecha el hueco electoral y el PSOE los devora con tremenda premura, por ello su único refugio es el aspaviento. Ahora critican que el gobierno del Consell ejecute una medida que, ¡SORPPRESA!, aprobó el Govern balear del que PODEMOS forma parte: la ampliación de un 15% que podrán hacer los hoteles por cuestiones de modernización, eficiencia hídrica o energética y de accesibilidad. En Sant Antoni piden prohibir el tráfico de ferrys pero su gobierno autonómico opina lo contrario (tremenda papeleta la que le ha caído al exalcalde josepí). PODEMOS en Ibiza grita, se contradice, exagera y gesticula porque sabe que tiene la oportunidad de reivindicarse como la auténtica oposición, ante la debilidad de un PSOE descabezado que calla a cambio de una dedicación parcial irregular de un 90% que llena los bolsillos de Vicent Torres.