En Sant Antoni se respira una calma tensa que tiene a la política portmanyina encogida en un suspiro. El viaje hacia el suicidio emprendido por la formación de Arrimadas ha hecho saltar todas las alarmas en las instituciones en las que su partido todavía es una bisagra que apuntala el gobierno. Javier Torres parece dispuesto a seguir trabajando sin aspavientos y en sintonía con su socio, pero otro gallo canta en la villa de Portmany, donde su compañero (y no por ello amigo) José Ramón Martín parece dispuesto a volar por los aires el acuerdo con PP y PxE si se le antoja, a pesar de ostentar una escuálida representación. No hay que olvidar que los humos del teniente de alcalde le llevaron a destituir a su mano derecha (Olivia del Cura) de un día para otro. Tampoco esconde su animadversión hacia el líder del partido en Ibiza, a quien profiere graves acusaciones en público sin atisbo de rubor, lo cual demuestra que estamos ante un político con escaso sentido de la responsabilidad que tan sólo ansía una visibilidad que las urnas le negaron.

Él no representa la mayor amenaza para Marcos Serra, sino Joan Torres (PxE). El concejal mejor dotado (en cuanto a carteras se refiere) parece aguardar la mejor excusa para volver a traicionar a un socio de gobierno y encumbrarse como alcalde. Sus escasos 400 votos y su carácter irascible ponen entre las cuerdas a un alcalde que lleva dos años haciendo malabarismos para gobernar y, a su vez, calmar a unos socios a los que la americana les viene grande. Torres sabe que el proyecto del PI no tiene cabida en Ibiza (y parece que ya ni en Baleares) y que está ante su última legislatura como edil. Echarse en brazos del PSOE para ser alcalde puede ser su último cartucho, pero está por ver cuando aprieta el gatillo.