LOS QUE HACE más de un año no pueden ver a padres o abuelos, los que han renunciado a encuentros con amigos desde marzo de 2020, los que hemos celebrado la Navidad en ‘petit comité’ y los empresarios que apenas pueden abrir sus negocios de restauración hasta las 17.00 horas merecen un respeto. No hay excusa posible.

Si Rafa Ruiz quería agasajar a Armengol en el Ayuntamiento de Eivissa entre acto y acto, que por otra parte es lo más lógico del mundo, que lo hubiese hecho en su despacho, cumpliendo las normas que el Govern modifica semana a semana en función del número de contagiados, y que realmente está dando buenos resultados.

Armengol en este incidente es la víctima porque el ágape lo organizó Ruiz y su error fue mayúsculo. Para empezar, no es posible que se trate de una comida privada y un encuentro de trabajo al mismo tiempo. Uno se pregunta para qué sirven los servicios de protocolo y tanto asesor si son incapaces de analizar estas cuestiones que en las actuales circunstancias tienen mucha importancia.

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Si la comida era privada, como se dijo de forma oficial, ¿qué motivo había para celebrarla en el salón de plenos del Ayuntamiento? Si era de trabajo, ¿cómo justifican que no se informase a los medios, que se ocultase, en contra de lo que corresponde a la transparencia de la que presumen los actuales responsables políticos cuando además en la comida había representantes de los sectores económicos de Ibiza?

Seguramente este episodio no hubiese pasado de un simple comentario en ‘Gritos y Susurros’ si Armengol no hubiese protagonizado hace meses el incidente del Hat Bar, pero en muchas ocasiones estos asuntos que parecen insignificantes son los que marcan la imagen de un político. Ya aparecen demasiadas veces juntas las palabras Armengol, bar, gin y tonic en redes sociales y en los comentarios que publican los periódicos. Y eso no es buena señal.

Si la organización de la comida en Can Botino ha sido un error de principiante en política, peor es la reacción cuando se hizo público el incidente. Primero dijeron que no era noticia hasta que la vieron en las portada de varios medios nacionales, luego que era una comida de trabajo, y por lo tanto que no se incumplió ninguna norma, y por último el habitual ataque al medio que ha publicado la exclusiva, una táctica que, lamentablemente, se ha repetido en demasiadas ocasiones en Ibiza. Doy fe de ello. Increíblemente los mismos que defienden con tanta pasión a un rapero delincuente son los que cerrarían los medios de comunicación que simplemente cuentan lo que ocurre.

En este caso asumir el error desde el principio hubiese sido la salida más inteligente, pero eso es impensable para algunos políticos que ejercen su actividad con tanta prepotencia y soberbia. No creo que sea un motivo para dimitir, pero haría bien Rafa Ruiz en pedir disculpas por el incidente que ha salpicado a Armengol por segunda vez. No se pueden incumplir las normas, o forzarlas, y al día siguiente pedir a los ciudadanos que las cumplan a rajatabla ante la amenaza de una vigilancia especial. Los ciudadanos haremos un esfuerzo para llegar a la normalidad lo antes posible, pero lo único que se puede exigir a la clase política es que dé ejemplo. No es mucho pedir.