Araíz de la reciente remodelación del Govern Balear, se produjo el cambio de la persona que representa la escueta cuota ibicenca en el mismo. Hasta hace unas pocas semanas esa cuota ostentaba la conselleria de Presidencia y con el relevo ha pasado a la de Mobilitat i Habitatge. Ciertamente y por las áreas de gestión que le corresponden a cada conselleria, se podría deducir que las Pitiusas hemos salido ganando con este cambio, ya que en el primer caso no se gestionaba ninguna área de gestión concreta, siendo su función principal la coordinación del resto de consellerias; mientras que las funciones que le corresponden al nuevo conseller, inciden de lleno en alguno de los problemas enquistados que vienen sufriendo nuestras islas.

Sin duda todos coincidiremos en que las políticas de vivienda y las de movilidad inciden de forma muy directa en lo que vienen siendo situaciones realmente graves que afectan a Eivissa y Formentera. Es por ello que la primera reacción al conocer que estas áreas van a estar en manos de un ibicenco podría hacer que albergáramos la esperanza de que el interés del ejecutivo balear y su implicación real el la resolución de los graves problemas que sufrimos, fuera mucho mayor.

Cuando se produce un relevo al frente de una conselleria, lo habitual suele ser que el nuevo máximo responsable haga saber qué política piensa desarrollar al frente de la misma y cuales van a ser sus prioridades. En este sentido cabe señalar que las primeras declaraciones del nuevo conseller, manifestando su total satisfacción con el trabajo realizado por su antecesor y confirmando su intención de aplicar una política continuista en el desarrollo de sus funciones, suponen un frenazo a la esperanza de que las cosas pudieran cambiar para las dos islas del sur de nuestra Comunidad Autónoma.

Se espera del nuevo conseller una mayor sensibilidad respecto de los acuciantes problemas que nos afectan, que la que tuvo y demostró el ya ex conseller menorquín Pons. Pero si nos atenemos a esa primera declaración de intenciones y por el primer anuncio hecho en materia de transporte y movilidad, vemos que va a ser cierto lo de simplemente hacer seguidísmo de lo hecho hasta ahora; cuando lo que se necesita urgentemente es que se empiecen a plantear drásticos cambios.

Son diversos los problemas sobre los que habrá que tomar decisiones cuanto antes; el puerto de Sant Antoni, el trafico marítimo entre Eivissa y Formentera o los nubarrones que periódicamente se ciernen sobre el descuento de residente; pero el mas escandaloso sigue siendo el injusto trato que se dispensa al transporte terrestre de nuestras islas, con un absoluto y claro desprecio mostrado por el ejecutivo balear con sede en Palma.

Prácticamente en su primera intervención en el Parlament, el nuevo conseller ha anunciado que su departamento trabaja en la redacción de una ley de movilidad que ha de favorecer las actuales redes de transporte público y, a la hora de exponer los proyectos que se podrán ver favorecidos por una futura mayor aportación de fondos del estado, vemos que se citan el metro de Palma, el tranvía de Palma y el tren de Mallorca; como se puede ver todos ellos en la isla mayor en la que ya se vienen invirtiendo por parte del Govern decenas de millones de euros. ¿Que pasa con el resto de las islas?, ¿tendrán que seguir conformándose con las migajas que vienen recibiendo desde Palma?.

Es imprescindible que la conselleria plantee la necesidad de revisar los acuerdos que amparan la aportación que desde Palma se hace para nuestro transporte terrestre y que es una escandalosa burla a los ciudadanos de nuestras islas. No se puede mantener por más tiempo tamaño agravio comparativo. El transporte terrestre también existe mas allá del perímetro de la isla de Mallorca y en su mantenimiento y desarrollo también debe implicarse el Govern.

En cuanto a vivienda y si bien es cierto que se está haciendo muchísimo más de lo que habían hecho los anteriores gobiernos del PP; lo que se propone y lo que se viene impulsando para solventar la grave situación que nos afecta, no es mas que un grano de arena en el enorme desierto que es el problema.

Resulta imprescindible abandonar la comodidad del seguidísmo y adentrarse en la incomodidad de nuevas propuestas.