Bares, qué lugares. Tan gratos para conversar. No hay como el calor del amor en un bar». Así cantaba Jaime Urrutia este éxito de Gabinete Caligari que en 1986 alcanzó el número uno de las listas de la radio. Poco imaginaba Urrutia cuando compuso una de las grandes obras del pop español que describiría como nadie lo que muchos han echado de menos, esos «lugares» a los que ahora acudimos enmascarados y bien abrigados.

Ibiza solo abre las terrazas y Formentera el interior de algunos locales al 30%, pero qué bien se aprovecha el espacio en medio de una pandemia. Nuestro carácter mediterráneo, nos hace muy de bar y se nota otra alegría en nuestras calles: rostros sonrientes, algunos un poco enrojecidos, ya lo dice la canción «Jefe, no se queje y ponga otra copita más».

El término «Bar» procede del inglés. Bar en ese idioma significa Barra o Barrera, designando la barra que se colocaba en la parte inferior del mostrador para que los clientes descansaran sus pies mientras consumían sentados en un taburete. Ya no hay barras para los pies en los bares, qué pena. Los profesionales del bar necesitaban poder abrir, después de un año terrible para sus cajas, amenazando peligrosamente la continuidad del negocio. Mayoritariamente, los bares son respetuosos y en muchos casos escrupulosos con las normas anti covid.

Otra cosa es el comportamiento de los clientes, en algunos casos nada respetuoso con el resto del públicoy los trabajadores y que puede hacernos volver a situaciones no deseadas. Y eso que es fácil: mascarilla, manos y distancia, también en el bar, aunque algunos piensen que tener enfrente una consumición nos inmuniza del maldito bicho. Vayamos a los bares, «tan gratos para conversar», pero con las cosas claras.