Este es el día en que actuó el Señor; sea nuestra alegría y nuestro gozo. Dios nos ha abierto las puertas de la eternidad por medio de su Unigénito, vencedor de la muerte. Los cuatro Evangelios narran los primeros testimonios de las santas mujeres y de los discípulos acerca de la Resurrección gloriosa de Cristo. En Jerusalén está el templo del santo Sepulcro de Cristo. Dicho sepulcro está vacío. María Magdalena es una de las que asistían al Señor en sus viajes, junto con la Virgen María le siguió valientemente hasta la Cruz. El cuarto Evangelio destaca que, aunque fueron las mujeres, y en concreto María Magdalena las primeras en llegar a sepulcro, los Apóstoles son los primeros en entrar y percibir los detalles externos que muestran que Cristo ha resucitado.

El ángel habló a las mujeres: “Vosotras no temáis; ya se que buscáis a Jesús, el crucificado. No está aquí. Ha resucitado, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos: “Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis”. Mirad, os lo he anunciado. Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro impresionadas y llenas de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: “Alegraos” ( Mt.28,1-10).

Concede, Señor a los que celebramos la solemnidad de la resurrección de Jesucristo, ser renovados por tu Espíritu, para resucitar en el reino de la luz y de la vida. San Pablo en la carta a los Romanos nos dice: Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva. Si hemos muerto en Cristo, creemos que también viviremos con él.

El himno de Lourdes nos invita a contar: Venid a Galilea, allí el Señor aguarda; allí veréis los suyos la gloria de la Pascua .Primicia de los muertos sabemos por tu gracia que estás resucitado; la muerte en ti no manda.

Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte de tu victoria santa. Amén, Aleluya.