La conocida frase de que “el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”, está siendo más real que nunca. Si nos atenemos a determinados acontecimientos de esta última semana, podemos ver que en política pocas cosas han cambiado en el último año. Hay que recordar que en el mes de marzo de 2020 se decretó el estado de alarma en nuestro país, como herramienta imprescindible para combatir la pandemia que desde entonces nos viene azotando.

No podemos olvidar cual fue el posicionamiento que cada uno de los partidos políticos adoptaron en aquel momento. Se consiguió la mayoría necesaria para poder aprobar el mencionado estado de alarma, si bien eso ocurrió sin el apoyo del principal partido de la oposición, el PP. Entonces se decía de Sanchez que se mostraba como un personaje autoritario, cuya prioridad era la de gobernar a toque de pito evitando en lo posible la negociación, el consenso y el control de sus decisiones.

En aquel momento ya exprese mi opinión a cerca de lo que podía suponer la falta de unidad en esa batalla para hacer frente al virus que nos invadía y nos sigue invadiendo. Si hace un año era criticable que el PP decidiera dar prioridad a sus intereses de partido frente al interés general y que al ejecutivo central le costara mucho bajar al ruedo del consenso; el escenario que ahora se nos presenta no es más halagüeño que entonces.

El mismo partido, con Pablo Casado a la cabeza, que se opuso a la aprobación del estado de alarma, ahora y a menos de un mes de su vencimiento se convierte en quien reclama la necesidad de su prorroga, argumentando las dificultades que las comunidades autónomas puedan tener a la hora de necesitar aplicar determinadas restricciones. Como ya nos tiene acostumbrados, Casado cambia de opinión con la misma facilidad que lo hace de camisa y siempre en función de lo que cree que pueda favorecer electoralmente a su partido, olvidándose por completo de lo que pueda ser mejor para la mayoría de ciudadanos.

Una muestra de lo poco fiables que son las decisiones que va tomando el PP de Casado, la tenemos en su intervención en el debate de la moción de censura que presento su socio de la ultra derecha Vox. Conocedor de que esa moción de censura no tenia ninguna posibilidad de prosperar, no la apoyó y renegó de los postulados que Vox esgrimía. Poco le duro el enfado con Abascal y su atajo de ultras y en lugar de romper con ellos, como se podía deducir de su intervención, acabo abrazando de nuevo y con más pasión que antes el ideario fascistoide de su apreciado socio natural. Como entonces su prioridad siguen siendo ellos mismos.

También resulta chocante lo que viene defendiendo Ciudadanos, con Arrimadas al frente. Siendo un partido en clara descomposición, que va perdiendo representación a marchas forzadas y que parece haberse hecho el harakiri con la frustrada moción de censura en la región de Murcia; no parece querer darse cuenta de que el camino que había emprendido estaba muy lejos de los supuestos postulados que un partido centrista debería defender.

Muy lejos están de ser un partido que pueda negociar y consensuar a ambos lados del supuesto centro político. Siguen haciendo declaraciones que les acercan mucho más a la penosa foto de Colon, que a la reconducción hacia posicionamientos mas progresistas. Resulta totalmente inexplicable que después del desplante sufrido en Madrid, donde Diaz Ayuso decidió expulsarles directamente del gobierno de coalición, sigan defendiendo por encima de todo que ese gobierno funcionaba. Parece que se le olvidan a Arrimadas los constantes desencuentros entre Ignacio Aguado y la Presidenta y que en ninguno de ellos acabo imponiéndose el criterio que Ciudadanos defendía.

Tampoco parece muy acertada la decisión del Presidente del gobierno al caer en la trampa que la ha tendido Diaz Ayuso, entrando al trapo de todo lo que vaya manifestando la candidata del PP a las elecciones madrileñas, relegando innecesariamente al candidato socialista a un segundo plano y otorgando un protagonismo innecesario a su rival política.

Flaco favor siguen haciendo unos y otros a la ciudadanía en general, reiterando sus estériles batallas y sin centrarse en lo que realmente es importante para todos, superar una pandemia atroz.