Rafa Ruiz, alcalde de Vila, en un pleno del municipio. | Arguiñe Escandón

Vila se ha convertido en la meca del esperpento. Más allá de las incongruencias urbanísticas que azotan la (des)ordenación del Puerto de Ibiza, el alcalde de la ciudad llegó en 2016 a un acuerdo con la APB para que en Es Martell se vetara cualquier uso comercial. En cambio, el pasado 28 de octubre votó a favor de la explotación de dicho edificio en el Consejo de Administración de la APB, enmendado el acuerdo previamente suscrito.
Esta contradicción incomprensible llevó al portavoz popular, José Vicente Marí Bosó, a sugerirle a Rafa Ruiz que dimitiera de su cargo en el Ayuntamiento o en la APB, a lo que el primer edil se limitó a contestar un infantil: «siga soñando, señor Marí». Acertó de pleno el alcalde, porque mucho me temo que los vecinos de Vila deberán acostumbrarse a soñar para no ver los desastres continuos que azotan al municipio más pequeño de la isla.

La receta de Ruiz es sencilla y se puede aplicar a otras administraciones. Si quieren un plan de movilidad sensato que no quite más aparcamientos en la ciudad, sigan soñando. Si quieren que su alcalde les explique por qué medio Puerto de Ibiza carece de licencia, sigan soñando. Si quieren que Rafa Ruiz deje de asfixiar a los comerciantes de la Marina, sigan soñando. Si quieren que el Ayuntamiento invierta su remanente, sigan soñando. Si quieren un plan de vacunación ágil, sigan soñando. Si quieren cobrar el ERTE a tiempo, sigan soñando. Si tienen un comercio y quieren cobrar las ayudas antes de quebrar, sigan soñando. Si quieren que el Govern Balear atienda las reivindicaciones de Ibiza, sigan soñando. Si quieren medidas sanitarias sensatas para la hostelería, sigan soñando. Si quieren temporada turística, sigan soñando. Pero recuerden que la vida es sueño y los sueños, sueños son.