La candidata de Más Madrid, Mónica García, durante la campaña electoral madrileña.

Las últimas elecciones en Madrid han dejado un panorama político convulso. En lineas generales, el resultado de las mismas ha sido el que la mayoría de las encuestas habían vaticinado, es decir una aplastante victoria del Partido Popular, si bien vale la pena incidir en otra consecuencia directa de este proceso electoral y que no es otro que el absoluto desconcierto que el mismo ha provocado en el entorno de la izquierda política de este país.

Lo habitual suele ser que una vez conocido el escrutinio de la noche electoral y conocido el resultado definitivo y por tanto lo conseguido por cada uno de los partidos, se reúnan las cúpulas de los mismos para hacer su particular análisis de la situación en la que ha quedado cada uno. Independientemente de lo difícil que resulta que se haga una valoración real sobre lo ocurrido, ya que siempre y en todos los casos quien ha salido perdedor suele buscar argumentos absurdos y banales para tratar de justificar su fracaso, posiblemente valga la pena incidir en el incuestionable fracaso de los proyectos de la izquierda, que claramente ha resultado la gran derrotada.

La victoria del PP en puntos en los que la derecha jamas había conseguido imponerse, debería hacer reflexionar seriamente del por qué de esta situación. Está claro que el mensaje no se ha sabido transmitir y que alguien sin propuestas claras para combatir las desigualdades y sin la menor voluntad de volcarse en la ayuda a los más necesitados ha sido capaz de imponerse en barrios que tradicionalmente han estado muy alejados de las políticas conservadoras y a los que la crisis está golpeando duramente.

Ello posiblemente sea una señal clara de que alguno de los valores de la izquierda se están difuminando, sobre todo si tenemos en cuenta que quienes los siguen abanderando sin ningún tipo de titubeos, son los únicos que han conseguido mejorar sus resultados, en este caso Más Madrid. La falta de convicción en la candidatura socialista, dando continuos bandazos a la hora de manifestar su predilección de pacto postelectoral y cayendo desde la Moncloa en la trampa urdida por la derecha, de centrar el debate en algo tan desfasado como «comunismo o libertad», ha permitido a la derecha no verse en la obligación de debatir sobre la gestión realizada hasta la fecha, ni debatir proyectos de futuro.

¿Dónde ha quedado la defensa de los valores puros de la izquierda moderada en nuestro país?. Resulta inconcebible que en plena campaña aparezcan propuestas de un gobierno progresista como la ocurrencia de eliminar la deducción fiscal que tienen los matrimonios cuando hacen la declaración de renta de forma conjunta. Esta propuesta de aprobarse, se aplicaría tanto a las familias económicamente más pudientes, como a las más necesitadas y a las que les cuesta llegar a fin de mes; evidentemente las más perjudicadas serían estas últimas.

Esta desde luego no es una propuesta fiscal progresiva o proporcional, ya que está muy alejada del precepto de que quien más tenga, más pague. Falta valentía y decisión a la hora de defender determinados valores y resulta casi inconcebible que alguien tan alejado de idearios socialistas como es el Presidente de EEUU sea capaz de proponer y aprobar una reforma fiscal que adelanta por la izquierda a la que se practica en nuestro país. Esto no es más que un ejemplo de mensaje erróneo.

Nula también ha resultado la pretensión de captar a los supuestos votantes de centro que en el pasado se decantaron por Ciudadanos. Lo cierto es que este partido hace mucho tiempo que está alejado de lo que se pueda considerar política de centro y la prueba está en que la practica totalidad de sus votantes de antaño han acabado votando al PP, dejando al descubierto la realidad, en Madrid no ha desaparecido el centro, simplemente por que ya no existía.

Lo cierto es que el resultado de las elecciones en Madrid no tiene por que ser extrapolable, pero lo que hace sin duda es marcar una tendencia. La izquierda de este país debe repensar por que senda quiere transitar. Tiene que ser capaz de transmitir unos valores que alejándose de los insanos extremismos, recuperen lo que jamás debería haberse perdido, que es el contacto directo con la calle.