Un instante de la manifestación del colectivo Respira Ibiza el pasado 15 de mayo 2021.

Llevamos más de un año de sufrimiento en todo el mundo debido a la pandemia de coronavirus. Prácticamente en la totalidad de los países se han aprobado y aplicado diversas medidas que han supuesto cambios radicales en el modo de vida al que estábamos acostumbrados. Nuestro país ha sido uno de los que posiblemente han aplicado restricciones más estrictas y severas, básicamente por que prácticamente desde el primer mes de pandemia hemos estado a la cabeza de Europa en cuanto al número de afectados.

Durante muchos meses hemos visto como nuestros servicios hospitalarios colapsaban debido a la avalancha de ingresos, hemos visto como las UCI,s de todo el país se veían sobrepasadas por la cantidad de casos graves que necesitaban cuidados especializados y debemos ser conscientes de los miles y miles de muertos que ha provocado el virus en cuestión.

Afortunadamente y a pesar de que algunos han pretendido en todo momento priorizar la economía sobre la salud y de que en ningún momento se ha visto la más mínima voluntad política de actuar todos a una en la lucha contra la expansión del covid-19; lo cierto es que catorce meses después del primer decreto de estado de alarma, tanto las restricciones aplicadas, como la campaña de vacunación, están permitiendo que podamos observar los meses venideros con algo más de optimismo y tengamos la esperanza fundada de que siguiendo un efectivo programa de vacunas y manteniendo en todo momento un cierto grado de cautela, iremos recuperando el ritmo de nuestras vidas al que estábamos acostumbrados antes de la llegada del coronavirus.

Pero a pesar de todo ello, sigue habiendo diversos colectivos que desde el primer momento han puesto todo tipo de pegas al cumplimiento de las medidas anti covid y algunos de ellos se han negado directamente a cumplirlas. Tanto los colectivos negacionistas, como todos aquellos que en su día a día se han saltado a la torera las leyes y normas a las que todos debemos estar sometidos; no son más que un verdadero peligro social que expande el virus sin ningún miramiento ni remordimiento, exponiéndonos a todos a riesgos de contagio innecesarios.

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Han sido precisamente estos actos incívicos los que han dificultado el control, provocando un sinfín de nuevos brotes por doquier; haciendo necesaria la intervención de las fuerzas de seguridad tratando de evitarlos. Ahora bien, en algunos momentos y de forma inexplicable hemos podido ver como quienes protestan contra las restricciones que se aplican, han campado a sus anchas sin ningún tipo de obstáculo o impedimento.

Y esto es precisamente lo que se vivió en Ibiza el pasado fin de semana, en el que unas 200 personas decidieron convocar una manifestación que recorrió el centro del casco urbano reclamando el fin de las restricciones sanitarias en aras de una supuesta y muy mal entendida ‘libertad’. Este acto incumplía todos y cada uno de los preceptos; no era una concentración autorizada, no se cumplía ningún tipo de distancia de seguridad y ninguno llevaba la preceptiva mascarilla.

Resulta inconcebible que se permitiera la concentración de tal cantidad de gente cuando estaba claramente prohibido y que además y en lugar de disolverlos se les brindara acompañamiento en todo su recorrido. Sin duda se trata esta de una decisión que no deja muy bien a los máximos responsables políticos de los cuerpos de seguridad presentes en ese momento y que cuestiona la autoridad moral de los mismos a la hora de imponer sanciones a cualquier ciudadano de a pie por los mismos motivos que se debieron imponer a los 200 asistentes a esa concentración y no se hizo más que con unos pocos.

Tampoco merecen ningún tipo de alabanza las declaraciones hechas por el supuesto portavoz del colectivo convocante, en las que demostraba un total desconocimiento de lo que son los derechos fundamentales y lo que significa vivir en sociedad. Los derechos de libre reunión y movilidad nunca pueden estar por encima del principal de los derechos fundamentales que es el de la vida y este es el que pusieron en peligro esos 200 incívicos irresponsables sin que nadie se lo impidiera.

La libertad mal entendida de unos pocos inadaptados sociales, no puede poner en peligro la libertad de todos y las diferentes administraciones no pueden ser tan condescendientes con este tipo de actos.