Joan Torres y el alcalde de Sant Antoni, Marcos Serra, este jueves durante el Pleno. | Daniel Espinosa

Joan Torres, portavoz del PI en el Ayuntamiento de Sant Antoni, ha vuelto a dejar con el culo al aire al alcalde, Marcos Serra. La primera vez fue al rechazar junto a los concejales de la oposición la llegada de ferris al puerto.

En el pleno de ayer, el primer teniente de alcalde votó en contra de la restructuración del departamento de Urbanismo, una concejalía que hace poco tiempo que Serra ha tenido que asumir, en parte, por las continuas críticas que Torres hacía del funcionamiento de la concejalía. Estaría bien que sus compañeros de equipo de gobierno también se pronunciaran sobre cómo lleva Torres sus competencias obras públicas, movilidad, transportes, comercio y plan estratégico.

Al parecer, el del PI lleva su trabajo tan al día que tiene tiempo de entrometerse en el de sus compañeros. Si tan mal lo hacen, lo que tendría que haber hecho Torres es ofrecerse a llevar el urbanismo. Eso, o dejar de poner palos en las ruedas y amenazar continuamente con romper el equipo de gobierno. Por otro lado, el alcalde tendría que ser capaz de llamar a filas a Torres o, de lo contrario, mandarlo a la oposición y gobernar en minoría. No todo vale para salvar la silla. Y menos, ser ninguneado de esta manera por alguien que no llegó ni a los 500 votos. Marcos Serra asumió un gran riesgo al aceptar a Joan Torres en su equipo de gobierno.

El teniente de alcalde ya dio muestras en la legislatura pasada de lo difícil que es trabajar en equipo con él. De hecho, rompió el tripartito pocos meses antes de las elecciones ante la negativa del alcalde ‘Cires’ a echar a la tránsfuga Cristina Ribas. Ante estos antecedentes, nadie en el PP ni en Ciudadanos tiene que extrañarse de la marcha del equipo de gobierno en Sant Antoni. Ayer tan solo presentaron un punto en el pleno (esto no es culpa sólo de Joan Torres) y ni siquiera fueron capaces de aprobarlo.

La legislatura afronta su recta final y los resultados apenas son visibles. Aún queda tiempo, no mucho, para revertir la situación, pero hay quienes prefieren meter palos en las ruedas.