Una pareja de adolescentes. | Foto de Savannah Dematteo en Pexels

Es unánime por parte de los especialistas en sexualidad la demanda de implementar programas de educación sexual en los centros escolares. Parece ser que este tema, a nivel curricular, se trata principalmente de manera biológica, sin que esto ofrezca unas garantías de un aprendizaje psicosocial. Entonces, ¿quién educa a los jóvenes en sexualidad?

Analizando los datos de diferentes estudios se podría reflejar que muchos están siendo educados por el “porno”, dado que los chicos y chicas no obtienen información por los cauces pedagógicos, que en las familias cuesta mucho tratar este tema, que en muchas ocasiones se considera tabú, que los componentes culturales condicionan su abordaje, etc. siempre les quedará poder aprender a través de la industria pornográfica como yacimiento de información. Teniendo en cuenta que lo tienen accesible a golpe de clic en el teléfono, que les motiva el acceso a lo prohibido, que lo comparten, que les resulta gracioso y atrayente, etc. La consecuencia es que pueden tener una visión de la sexualidad totalmente desvirtuada, estereotipada, machista, peligrosa, etc., que para un adolescente se puede convertir en su cruda realidad.

Dependiendo de la fuente que se consulte, la edad media de inicio de relaciones sexuales completas está entre los 14 y 16 años. Casi 4 años antes que la edad en la que se iniciaron sus propios padres. La tendencia de los últimos años es a la baja. Y en consecuencia, la inmadurez podría generar un aumento de riesgos no sólo a nivel biológico sino también a nivel emocional.

Desde la prevención se suele decir que cuando los padres quieren tratar un tema con sus hijos llegan con un promedio de 1 año tarde. Es decir, no son sus progenitores los primeros en facilitarles la información que necesitan. Las familias solicitan o esperan que sean los centros escolares los que formen a sus hijos sobre estos temas (principalmente sobre drogas y sexualidad). Demanda que tiene toda su lógica, pero la información en el aula se ofrece desde una perspectiva universal, para todo el grupo. Y no tanto, específica para la necesidad individual de cada alumno, que es más conocida por los padres que por el profesorado.

Teniendo en cuenta que los progenitores a priori son los más indicados para hablar con sus hijos de sexualidad sería conveniente que tuviesen conocimientos adecuados sobre la materia. Esto implicaría una preparación previa sobre el tema, también sería interesante reflejar en la conversación la percepción que el progenitor tiene sobre la sexualidad combinando los aspectos físicos y emocionales que conforman la educación sexual.

Para que una acción preventiva tenga la máxima validez posible conviene realizarla con anterioridad al hecho. Si reconocemos que los móviles son un yacimiento de información y aprendizaje para los jóvenes, antes de regalarle uno deberías tener una conversación sobre sexualidad. Y se te parece demasiado pequeño para ello, quizás también los es para tener un smartphone.