Imagen de archivo de Vara de Rey durante el toque de queda decretado en octubre. | Marcelo Sastre

El pasado jueves el Tribunal Supremo emitió una sentencia mediante la cual anuló parcialmente la estrategia del Govern balear en cuanto a medidas sanitarias impuestas. El alto tribunal vino a decirle al ejecutivo autonómico que no se puede poner la tirita antes de la herida, es decir, que no se pueden restringir derechos fundamentales bajo el simple argumento de la prevención, al no superar el juicio de proporcionalidad.

Los magistrados de la Sala de lo contencioso-administrativo consideraron que el toque de queda o la limitación de reuniones familiares son medidas carentes de motivación y que su eventual justificación pasa por acreditar que «son indispensables para salvaguardar la salud pública» y que no bastan «meras consideraciones de conveniencia, prudencia o precaución». Añaden, como advertencia, que para aprobar semejantes desmanes se requiere una ley orgánica y no un simple decreto. Armengol quisiera gozar del poder del imperium romano, pero ya no tiene ni auctoritas ni potestas.

Esta decisión calla las voces adeptas que, para justificar los delirios de la presidenta y su amortizada consellera de salud, se atrevían a acusar de temerario a todo aquel que tuviera la osadía de cuestionar a su pagadora. Esta es la estrategia del PSIB, emulada por Iván Redondo y su subyugado presidente: desacreditar y acusar de desleal a todo ser no abdique de su raciocinio para abrazar las arbitrarias decisiones de sus gobiernos, una falacia ad hominem que no pasa desapercibida.

Francina Armengol navega en una nave llena de boquetes provocados por la instransigencia, lo cual hace que Marga Prohens haya zarpado con el viento en popa y con una tripulación unida y decidida a echar sus amarras en el Consolat de Mar. Para la de Inca, ya es tarde para virar.’